jueves, 29 de diciembre de 2016

El extraño caso de Lady Elwood (Roberto Fontanarrosa)

 
Este cuento corto está incluido en el libro "El mundo ha vivido equivocado y otros cuentos", editado en el año 1982.
 
El inspector Havilland detuvo su Austin al costado del camino que conducía a Middleford y quedó pensativo. No había dicho a nadie dónde pasaría sus quince días de vacaciones y la idea de retomar el camino hacia Londres se le instaló sólidamente en la cabeza.
 
Él tan sólo había prometido comunicarse cada tres días con Scotland Yard, en prevención de algún suceso inesperado, como el retorno del Destripador de Yorkshire, un ataque nuclear soviético o la fuga de un oso del zoológico. Esa franquicia de manejar a su gusto el contacto con sus superiores tan sólo se le concedía a hombres como Emerald L. Havilland, el más eficaz sabueso de las fuerzas de seguridad británicas. "El Detective Invicto" como bien lo había llamado la prensa tras su espectacular esclarecimiento del caso del robo del pony predilecto del Príncipe Andrew.
 
En tanto viraba lentamente el volante, una sonrisa, apretada entorno al cigarro que sostenían sus labios, ensanchó el rostro adusto del inspector: recordaba claramente la densa, profunda, prometedora mirada que le había dispensado Lady Elwood desde lo alto de su palco, días atrás, durante el concierto que brindó la Royal Philarmonic Orchestra.
 
Una hora después, el inspector Havilland, protegiendo su boca y su nariz bajo el abrigo de la bufanda con los colores del Tottenham Hotspur, golpeaba suavemente con su puño enguantado a las puertas de la mansión de Lady Elwood, la riquísima viuda de sir Lewis Norton.
 
Tras unos minutos de espera Havilland repitió el llamado. Finalmente, con la curiosidad propia de la profesión, giró el picaporte comprobando que la pesada puerta estaba abierta. Antes de entrar observó hacia la calle. Nadie lo había visto. El viento y la lluvia eran dos azotes flagelando Newcastle Street.
 
Recorrió un par de salones desiertos y luego comenzó a subir una ancha escalera de madera. En una de las habitaciones superiores halló a Lady Elwood. Estaba sobre la alfombra, caída al lado de su cama en posición poco ortodoxa y presentaba dos heridas profundas en la espalda.
 
Havilland husmeó el aire y luego tomó la medida que separaba la cómoda de la perilla de la luz. Fue hasta el cenicero y recogió dentro de un sobre las colillas de cigarrillos. Se paró en medio de la habitación, cruzado de brazos y mirando hacia los cerrados ventanales. Meneó la cabeza y silbó suave.
 
- Paul -musitó-. Finalmente lo hizo.
 
Recordaba el rostro joven e ingenuo de Paul Elwood, sobrino de la viuda, y las habladurías que de él y su tía se contaban en ciertos cenáculos.
 
- No debe haber abandonado el país aún - dedujo Havilland-. Tomará el ferry hacia Francia.
 
Anotó en una pequeña libreta la medida entre la cama y el ropero y constató que la puerta de éste estaba entornada. La abrió. Allí dentro, prácticamente sentado sobre el piso de madera, algo oculto por la profusión de tapados y pieles, se hallaba el cadáver de Paul Carpentier, estrangulado por una corbata de seda italiana azul, con diminutivos puntos rojos.
 
Havilland se pellizcó los labios y cerró el ropero. Miró su libreta de apuntes y golpeteó con la base de su lapicera sobre la tapa de la libreta.
 
- Mannix -silabeó -. Gus Mannix.
 
No escapaban a su memoria proverbial los rasgos acentuados de Gus Mannix, profesor de piano de Paul, a quien algunas revistas proclives al escándalo sindicaban como antiguo enamorado de Lady Elwood.
 
- Los celos -musitó Havilland - son malos consejeros.
 
Se encaminó hacia el baño. Allí podría detectar huellas dactilares del impetuoso profesor Mannix.
 
Havilland no pudo disimular un rictus de contrariedad cuando, junto a la bañera, semitapado por la cortina plástica encontró el cuerpo del eximio pianista. Entre ceja y ceja, algo más arriba de la congelada expresión de asombro que dibujaban sus ojos, mostraba el orificio pequeño pero nítido de una bala calibre 22.
 
El inspector aspiró hondo y tomó la medida entre el lavabo y el grifo de agua caliente.
 
- Estoy ante la obra de un loco - dictaminó-, Jerry Fergusson.
 
Nunca había podido olvidar la mirada extraviada del jardinero mientras le explicaba su extraña teoría sobre la doble personalidad de las azaleas y la influencia que ejercían las monocotiledóneas sobre las decisiones del Vaticano. Tampoco nunca había olvidado que Jerry Fergusson le había confiado que atendía los jardines de Lady Elwood.
 
- Sé muy bien dónde estará oculto - se dijo. Sorteando el cadáver de la acaudalada viuda, se dirigió al teléfono. No tenía tono. Observó que se hallaba desconectado. Agachándose tras el cable atisbó bajo la cama.
 
Allí, con la cabeza destrozada por un atizador de la estufa de leños, vio a Jerry Fergusson, el jardinero.
 
Havilland se frotó suavemente las yemas de los dedos. Frunció los labios y aprobó un par de veces enérgicamente con su cabeza.
 
Colocó nuevamente el auricular del teléfono en su horquilla. Luego retornó las colillas que había sacado, a sus ceniceros. Cortó la hoja con anotaciones de su libreta y la arrojó al inodoro, accionando luego el turbión de agua.
 
Se arrebujó entonces en su bufanda, bajó el ala de su sombrero, salió de la casa cerrando con cuidado la puerta y subiendo al Austin retomó el camino hacia Middleford.
 
Fuente: http://descontexto.blogspot.com
 

sábado, 16 de enero de 2016

Cóndor y cronopio (Julio Cortázar)

 
Este breve cuento está incluido en el libro "Historias de Cronopios y de Famas", dentro del título "Sus historias naturales", editado en el año 1962.
 
Un cóndor cae como un rayo sobre un cronopio que pasa por Tinogasta, lo acorrala contra una pared de granito, y dice con gran petulancia, a saber:
 
Cóndor.- Atrévete a afirmar que no soy hermoso.
Cronopio.- Usted es el pájaro más hermoso que he visto nunca.
Cóndor.- Más todavía
Cronopio.- Usted es más hermoso que el ave del paraíso.
Cóndor.- Atrévete a decir que no vuelo alto.
Cronopio.- Usted vuela a alturas vertiginosas, y es por completo supersónico y estratosférico.
Cóndor.- Atrévete a decir que huelo mal.
Cronopio.- Usted huele mejor que un litro entero de colonia Jean-Marie Farina.
Cóndor.- Mierda de tipo. No deja ni un claro donde sacudirle un picotazo.
 
Fuente: http://descontexto.blogspot.com


lunes, 19 de octubre de 2015

jueves, 20 de noviembre de 2014

Comercial Audi RS4-Spider

Terroríficamente asombroso


sábado, 13 de septiembre de 2014

Detrás de la persiana americana: Cómo se compuso "Persiana americana", el hit de Soda Stereo (Matias Querol)

Soda Stereo en sus comienzos
Cuando uno se pone en la tarea de repasar la historia del rock en español es mucho lo que queda marginado por la "tiranía" de los números. Éstos parecen mandar cuando periodistas, críticos o fans ponen el foco en destacar la cantidad de álbumes vendidos, de público convocado en las giras, o las canciones que alcanzaron los puestos más altos en los rankings. Si pensamos el rock desde esta visión "tiránica", que privilegia los números a las experiencias, le estamos quitando su faceta más atractiva y lo que mueve la pasión de millones de seguidores que se identifican con él.

Dando por sentado que estamos en presencia de un fan que simpatiza más por las experiencias singulares que por los fríos números del rock, voy a revelar ciertas curiosidades sobre cómo fue el proceso de composición y grabación de uno de los discos más significativos para toda Latinoamérica. Estamos hablando de Signos (1986), del grupo argentino Soda Stereo. Precisamente a partir de éste, su tercer álbum, conquistaría los mercados de nuestros países.

La burbuja creativa de Soda

Cuentan las autoras del libro "Corazones en Llamas" (Ramos-Lejbowicz) que el líder del grupo Gustavo Cerati (1959-2014) tenía listo un único track terminado para su álbum que era "Persiana americana". Faltaba sólo una semana para entregar a la compañía discográfica los demos definitivos. Lo curioso es que, luego de una noche sin poder dormir, Cerati terminó todas las letras del álbum en horas, comenzando por la canción "Signos", y culminando con "Final caja negra".

Es sabido que en pocos casos Cerati interpretó temas de otros en la discografía de Soda. Uno de ellos se remonta a la edición de su primer álbum Soda Stereo (1984), en el que incluyó "Tratame suavemente" del músico y productor Daniel Melero. El otro caso se trata de "Persiana americana", el único track que estaba compuesto antes de la agitada noche que desembocaría en su gran inspiración.

Sociedad inesperada

Cerati compartió la composición del tema con Jorge Antonio Daffunchio, un joven fan de Soda Stereo desconocido en la época. Ese año Daffunchio participaba de un concurso de composición de letras de rock organizado por el suplemento de rock "SI" del diario argentino Clarín, y el programa radial "Submarino amarillo", ambos de la ciudad de Buenos Aires.

Daffunchio finalmente fue el ganador del concurso. Su letra llegó entonces a manos de Cerati quien no dudó un segundo en incluirla en su repertorio para la grabación de Signos. La letra de "Persiana americana" está basada en el film "Doble de cuerpo" del director Brian de Palma y describe notablemente con lujo de detalles una escena de voyeurismo. Un hombre observa a través de su ventana cómo una mujer se desviste en otro edificio y "sus ropas caen lentamente" detrás de su persiana americana.

El valor del arte

La anécdota que hoy comento (como un lado "B") acerca de la grabación y composición de Signos, y de la canción "Persiana americana", nos lleva a destacar lo indispensable que es para el rock, y para todo arte en general, que sus exponentes sigan entregándose por completo a la obra, mucho más que a estar pendientes de esa "tiranía" de los números que parecen arrebatarles lo más preciado: el vuelo creativo y el poder de la imaginación.

Es notable que, en este caso puntual, Gustavo Cerati como líder de Soda Stereo tuvo la sensibilidad suficiente para identificar la riqueza creativa de un joven anónimo, así como el compromiso y la entrega total con su música la noche de insomnio, cuando escribió de un tirón todas las letras de Signos que le faltaban. Por estas razones, y por muchas otras más que no alcanzarían a entrar en este artículo, la historia del rock en español le tiene reservado merecidamente un lugar destacado a Soda, como un gran movilizador de sentimientos, como el grupo que marcó fuertemente a más de una generación.


Les dejo la canción para aquellos que no la escucharon o sino para recordar viejos tiempos




Este post es un pequeño homenaje a la figura de Cerati, un maestro de la música.
Gustavo, GRACIAS TOTALES!!!!


Fuentes

Foto: http://es.wikipedia.org
Texto: http://rockenespañol.about.com

miércoles, 12 de febrero de 2014

Asnos estúpidos (Isaac Asimov)

Naron, de la longeva raza rigeliana, era el cuarto de su estirpe que llevaba los anales galácticos. Tenía en su poder el gran libro que contenía la lista de las numerosas razas de todas las galaxias que habían adquirido el don de la inteligencia, y el libro, mucho menor, en el que figuraban las que habían llegado a la madurez y poseían méritos para formar parte de la Federación Galáctica. En el primer libro habían tachado algunos nombres anotados con anterioridad: los de las razas que, por el motivo que fuere, habían fracasado. La mala fortuna, las deficiencias bioquímicas o biofísicas, la falta de adaptación social se cobraban su tributo. Sin embargo, en el libro pequeño nunca se había tenido que tachar ninguno de los nombres anotados.

En aquel momento, Naron, enormemente corpulento e increíblemente anciano, levantó la vista al notar que se acercaba un mensajero.

-Naron -saludó el mensajero-. ¡Gran Señor!

-Bueno, bueno, ¿qué hay? Menos ceremonias.

-Otro grupo de organismos ha llegado a la madurez.

-Estupendo, estupendo. Hoy en día ascienden muy aprisa. Apenas pasa año sin que llegue un grupo nuevo. ¿Quiénes son?

El mensajero dio el número clave de la galaxia y las coordenadas del mundo en cuestión.

-Ah, sí -dijo Naron- lo conozco.

Y con buena letra cursiva anotó el dato en el primer libro, trasladando luego el nombre del planeta al segundo. Utilizaba, como de costumbre, el nombre bajo el cual era conocido el planeta por la fracción más numerosa de sus propios habitantes.

Escribió, pues: La Tierra.

-Estas criaturas nuevas -dijo luego- han establecido un récord. Ningún otro grupo ha pasado tan rápidamente de la inteligencia a la madurez. No será una equivocación, espero.

-De ningún modo, señor -respondió el mensajero.

-Han llegado al conocimiento de la energía termonuclear, ¿no es cierto?

-Sí, señor.

-Bien, ese es el requisito -Naron soltó una risita-. Sus naves sondearán pronto el espacio y se pondrán en contacto con la Federación.

-En realidad, señor -dijo el mensajero con renuencia-, los observadores nos comunican que todavía no han penetrado en el espacio.

Naron se quedó atónito.

-¿Ni poco ni mucho? ¿No tienen siquiera una estación espacial?

-Todavía no, señor.

-Pero si poseen la energía termonuclear, ¿dónde realizan las pruebas y las explosiones?

-En su propio planeta, señor.

Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó:

-¿En su propio planeta?

-Si, señor.

Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable, como nadie, en la galaxia.

-¡Asnos estúpidos! -murmuró.


Resumen

Este breve cuento de Isaac Asimov es una amarga crítica al mal uso de la ciencia y de la tecnología por parte de la raza humana, ya que empleamos la técnica, en ocasiones, con fines destructivos y no constructivos, de manera poco inteligente, y somos nosotros mismos y nuestro planeta los que pagamos las consecuencias.

El relato nos refiere una conversación entre Naron, el "bibliotecario de la galaxia" y uno de sus emisarios, que le trae la noticia de que los habitantes del planeta Tierra ya dominan la energía termonuclear, avance que los convierte en un grupo maduro.

Sin embargo, los humanos, en lugar de utilizar esa tecnología para penetrar en el espacio y contactar con otras culturas, se dedican a realizar probaturas, explosiones, en su propio mundo, dañando su hábitat, lo que pone en cuestión no sólo su madurez, sino también su sentido común.

Fuentes
Foto: http://es.wikipedia.org
Texto: www.ciudadseva.com
Resumen: http://lecturaenbergondo.blogspot.com.ar

jueves, 23 de enero de 2014

Comercial Herbaria

Esta publicidad de té relajante es realmente terrorífica. La frase al final del spot es "Ahogar tus miedos (Drown your fears)".


miércoles, 15 de enero de 2014

El morfón (Juan Carlos Muñiz)

Espero que hayan tenido un buen comienzo de año. El siguiente cuento relata, a la perfección, ese jugador imperdible dentro de una cancha:

El amor por la pelota, en el caso del morfón, se trata de un amor enfermizo. Digno de los antiguos novelones, entre cuyos protagonistas se daba una simbiosis que impedía la existencia del uno sin el otro. Este personaje, infaltable en cualquier picado, sufre (aunque en realidad, goza) de un Edipo incurable. Y ciertamente, en tren de encontrar justificaciones, uno podría admitir que entre un vientre materno y una número cinco bien inflada existen no pocos puntos de contacto. El cuero tirante, terso, semeja una panza entrando al octavo mes. La cámara vendría a ser el útero, mientras que el pico por donde se insufla el aire haría las veces de cordón umbilical. Sólo que, en este caso, el que patea está del lado de afuera. Debe ser por eso que el morfón patea muy rara vez.

Él prefiere transportar el vientre-balón, pisarlo, amasarlo, sobarlo. Una finta sigue a otra y un enganche es sólo preludio del siguiente. No interesa si ha quedado el defensor descolocado y tiene todo el arco a su disposición; el morfón prefiere esperarlo y enganchar para el lado opuesto en un regate impráctico, hasta ser inexorablemente rodeado y despojado de su entrañable instrumento. Pero patear, nunca. Porque en realidad su dicha reside en tener la pelota, no en desprenderse de ella.

No le hablen de ocupar los espacios vacíos o arrastrar las marcas. Eso de "jugar sin pelota" no ha sido inventado para él. Sus compañeros son apenas parte del decorado, o a lo sumo pretexto para el amague simulando una descarga que no se producirá.

El morfón juega más solo que nadie. Ya que si bien se puede considerar que en un picado cada uno edifica su propia gloria, mal que bien un resto de compañerismo y espíritu de equipo anida en casi todos.

Pero no en el morfón, que se pasa por el quinto forro las nociones básicas del juego asociado. O, en todo caso, considera que la sociedad más rendidora es la que él establece con la pelota. Inútil es pedírsela, silbarle, batir palmas o insultarlo. Inútil es picar al vacio, hacer la diagonal u ofrecerse para la descarga, porque él no dará el pase. Es ciego y sordo. Sus ojos, clavados en el piso, siguen hipnotizados con los brincos de la pelota. Está encadenado a ella como un presidiario a su bocha de hierro. Cuando la transporta, va atravesando una lluvia de inútiles reclamos: "¡Tocala!", "¡Tomá y andate!", "¡Pasala!", "¡Tirá el centro!", "¡Largala, morfón", "¡Por qué no te vas a la puta que te parió!"... Sólo muy de vez en cuando y ante una evidencia flagrante de egoísmo o capricho, el ejemplar se digna a ensayar una excusa, generalmente inconsciente, del orden de "no te ví" o "no te la podía dar, me estaban marcando".

Pero, por lo general, el morfón es inmutable; un muro blindado contra el que se estrellan denuestos, alaridos y protestas sin hacer mella. Y aunque comúnmente se trata de gente con buen dominio del balón, ser morfón no depende exclusivamente de ello.

Hay morfones con altísimo porcentaje de gambetas fallidas, pura ceguera y obstinación. Esos son los peores, porque a su falta de técnica le añaden falta de inteligencia. Y esas dos faltas juntas son -paradójicamente- demasiado. En descargo del personaje se podría argumentar que para ser un morfón con todas las de la ley se necesita temple. Es menester una personalidad con la autoestima bien afirmada, para soportar la andanada de insultos y reclamos; pero también una buena cuota de coraje para enfrentar al arquero y gambetearlo una vez más después de haberlo dejado pagando unas cuantas veces.

Elocuente resulta la placa que, en un baldío ya poco frecuentado, anuncia con sencillos caracteres: "Aquí yace el morfón de Néstor Cañito Rivarola. Merecido lo tenía".

Fuente: http://fernandomurano.blogspot.com.ar

jueves, 26 de septiembre de 2013

FC Start: El equipo que prefirió morir antes que perder

Si has visto la película de 1981 Fuga a la victoria (en España titulada como Evasión o victoria) es posible que la historia que te voy a contar hoy te suene de algo. La cinta trata de un grupo de prisioneros de guerra de los nazis que aceptan jugar un partido de exhibición para la propaganda alemana. Aunque, en principio, los reclusos aceptan para escaparse en el descanso, juegan el encuentro, empatan 4-4 y luego cumplen su cometido en una invasión del terreno de juego. Está protagonizada por Michael Caine y Sylvester Stallone, además de participar jugadores profesionales como Pelé, Osvaldo Ardiles, John Wark, entre otros. El partido de fútbol del que me refiero ha sido uno de los más dramáticos de toda la historia de este deporte y llevó a un valiente equipo de fútbol de humildes panaderos ucranianos a enfrentarse en la cancha al invencible III Reich. Una decisión que los llevó a la muerte.

 
Kiev, Unión Soviética. Principios de verano de 1941. Hitler está lanzado en su ofensiva suicida contra el Ejército Rojo y ha ocupado Ucrania. La capital está totalmente controlada por los alemanes. Muchos ciudadanos han muerto o desaparecido por los ataques. Entre ellos, los jugadores del Dynamo de Kiev, uno de los punteros de la recién nacida URSS. Iosif Kordik es un panadero de la ciudad que puede mantener su negocio por ser de etnia alemana. Además, es un gran hincha del Dynamo. Un día, paseando por su arruinada ciudad, se encuentra a un angustiado Nikolai Trusevich, el arquero titular de su amado equipo. Al poco tiempo, Trusevich y Kordik deciden buscar en la caótica Kiev a resto de los jugadores del Dynamo. Poco a poco, los van encontrando, incluidos tres del otro equipo de la ciudad, el Lokomotiv, y Kordik los emplea en su panadería.

Una vez juntos, deciden volver a jugar. Como el Dynamo, por ser un equipo controlado por el estado, había sido prohibido por los nazis, fundan uno nuevo que llaman FC Start (palabra que, curiosamente significa comienzo, principio). Gracias a algunos contactos, el Start consigue que se organicen algunos partidos con escuadrones de soldados alemanes.

El Start jugó contra tropas húngaras, rumanas y alemanas, con los siguientes resultados en los seis primeros partidos (21 de Junio: FC Start 6-2 Guarnición húngara; 5 de Julio: FC Start 11-0 Guarnición rumana; 12 de Julio: FC Start 9-1 Equipo trabajadores del ferrocarril militar; 17 de Julio: FC Start 6-0 PGS (Alemania); 19 de Julio: FC Start 5-1 MSG. Wal (Hungría) y 21 de Julio: FC Start 3-2 MSG. Wal (Hungría) Los alemanes empezaron a molestarse, no sólo porque el Start ponía en duda la teoría nazi de la superioridad aria sobre la eslava, sino porque los victorias del equipo soviético estaban dando demasiada moral a la población ocupada. Así que decidieron mandar a Kiev al Flakelf, un equipo formado por oficiales de la Luftwaffe (Fuerza Aérea Nazi), de más nivel. Pero pasó lo inevitable. El Start ganó 5 a 1.

Jugadores del FC Start: Nikolai Trusevich (Dynamo); Vladimir Balakin (Lokomotiv) ; Ivan Kuzmenko (Dynamo); Pavel Komarov; Alexei Klimenko (Dynamo); Nikolai Korotkykh (Dynamo); Vasily Sukharev (Lokomotiv); Feodor Tyutchev; Makar Goncharenko (Dynamo); Mikhail Putisin (Dynamo); Milkhail Mielnizhuk (Lokomotiv); Georgy Timofeyev y Mikhail Svyridovskiy

Jugadores del Flakelf: Harer; Danz; Schneider; Biskur; Scharf, Kaplan; Breuer, Arnold, Jannasch, Wunderlich y Hofmann

En Berlín sonaron las alarmas y dieron la orden de matarlos a todos. Pero algún nazi lo pensó mejor y creyó que si hacían eso, la última imagen de los héroes del Start sería una victoria y su ejemplo sería utilizado en el futuro. Había que derrotarlos primero en el campo. Así, se organizó una revancha, fijada para el 9 de Agosto de 1941.

El partido de la muerte

El clima ante el partido era muy tenso. Las autoridades nazis habían decidido que el árbitro sería un oficial de la SS (organización militar, policial, política, penitenciaria y de seguridad nazi) que hablara ruso, que antes del encuentro se dirigió a los jugadores del Start y les advirtió que al comenzar el juego debían de hacer el saludo nazi, con el brazo en alto. Los jugadores ingresan a la cancha, el Start con camiseta roja y el Flakelf de blanco. En lugar de alzar el brazo, los futbolistas soviéticos se pusieron la mano en el pecho. Como en los partidos anteriores, el Start fue muy superior. Llegado el entretiempo, vencían 2-1, a pesar del juego duro de los alemanes, que repartieron patadas de manera impune durante los 45 minutos. Viendo que perdían, los alemanes decidieron poner las cosas claras. En el vestuario irrumpieron varios miembros del éjercito nazi, armados, que directamente les dijeron que si ganaban, morirían todos.

Aunque se les pasó por la cabeza no salir a la cancha (el miedo es irracional), se miraron a las caras y salieron, como unos valientes...dispuestos a ganar. La aplanadora soviética se puso en marcha y al final del partido iban ganando ya 5-3. Cuando el encuentro agonizaba, uno de los jugadores del Start, Alexei Klimenko, tomó la pelota, llegó hasta la línea defensiva alemana, gambeteó a quien le saliera, incluido al arquero.. y cuando estaba solo ante el arco, se dio vuelta y pateó hacia el centro del campo, un gesto de burla y de superioridad total. El árbitro se apresuró a terminar antes de que se cumplieran los 90 minutos.

El pueblo de Kiev estaba loco de contento, pero los nazis estaban dispuestos a cumplir su venganza. Dejaron que el Start jugara un partido más (que por cierto ganaron 8-0) y después, detuvieron a todos los miembros, acusándolos de ser parte de la NKVD, los servicios secretos soviéticos. Algunos de los jugadores murieron torturados poco después. Otros lo hicieron más adelante, en campos de concentración. Sólo sobrevivieron Feodor Tyutchev, Mikhail Svyridovskiy y Makar Goncharenko, que no estaban con el resto de sus compañeros a la hora de la detención. Gracias a ellos, la historia del FC Start se pudo conocer.

Tras ello, varios libros y películas tomaron la historia. En 1981, se levantó junto al estadio del Dynamo una escultura de homenaje a los héroes del Start. Además se comenta que quien conserve una entrada del partido del 9 de Agosto de 1941, tendrá un asiento de por vida para ver al Dynamo de Kiev.

Fuentes:
http://blogs.20minutos.es
www.spanishprisoner.net