miércoles, 14 de abril de 2010
El fútbol, pasión de multitudes
¿Se puede mezclar lo popular del fútbol con lo bello de la poesía? Eduardo Galeano, en el libro "Fútbol a sol y sombra", hace ese sueño realidad. En cada pequeño relato que escribe surgen infinidad de temas como la diferencia entre el hincha (hombre solitario que va a la cancha a alentar, fervorosamente, a su equipo, sufre con los protagonistas del encuentro y al realizarse un gol lo festeja con quien se encuentra a su lado) y el fanático (persona que se reúne con otras de mismas características y lucha, constantemente en el estadio, sin mirar el partido, con "los enemigos" del rival de turno). Habla del ídolo, del árbitro, del director técnico y además antes de repasar los mundiales de 1930 a 1998 incluye un marco teórico dónde ayuda a situarse en la época, entre otros casos.
Desde que este espectáculo surgió en Inglaterra en el siglo XIX y lo toma la Argentina en 1867 dejó de ser simplemente un juego y se transformó en un negocio. Este se moviliza con la compra de los jugadores, en mayoría jóvenes, en dónde el club gana suculentas ganancias. Se pierde de ver buen fútbol. Al ser carismático, automáticamente, emigra de la institución que lo vio nacer para dar rienda suelta a la ilusión de ser convocado para su selección. Muchos de ellos, al llevar encima los colores de su "patria", se olvidan de aquella promesa. Otros la siguen recordando y se esfuerzan para conseguir ese anhelado trofeo que es la copa mundial. Ellos están siempre obligados a triunfar, pero si no lo hacen nunca podrán dar la vuelta al mundo. La carrera de este es corta, ya que con 30 años uno ya es grande para platicarlo. Como indica Galeano "Los empresarios lo compran, lo venden, lo prestan; y él se deja llevar a cambio de la promesa de más fama y más dinero. Cuanto más éxito y más dinero gana, más preso está. Sometido a disciplina militar, sufre cada día el castigo de los entrenamientos feroces y se somete a los bombardeos de analgésicos y las infiltraciones de cortisona que olvidan el dolor y mienten la salud". Igual hay que recordar que el fútbol argentino no es lo mismo que el europeo. El primero da cuenta del tiempo en que el hombre realiza sus gambetas en una cancha de tierra, denominado por nosotros "potrero". El actor principal, sin lugar a dudas, es Diego Armando Maradona. Mientras tanto en Europa se estudia este deporte, por ser disciplinados.
Para que el fútbol argentino prospere tendrían que dejar a los jóvenes jugar, por lo mínimo 2 años, guiados por los más experimentados. Después de ese lapso se le está permitido venderlo. Por lo menos, uno no se aburre viendo que la pelota es maltratada por el aire. Al final el jugador es retrato por el autor como un "bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo, reloj, ni juez".
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