viernes, 31 de diciembre de 2010

Celebrar el nacimiento (Alfredo Leuco)

Mi papá me envío esta nota como saludo de fin de año. Confieso que lloré, a moco tendido, por un largo rato. Así que preferí compartirla con ustedes.

Hace un par de años, cuando nosotros, con Fernando, trabajábamos en otra radio, Omar Lavieri me mandó una de las mejores tarjetas de felicidades que recibí. Tenía muy pocas palabras y una gran foto. Decía: amigo, se festeje religiosamente o no, yo te mando lo mejor que tengo. Y en la foto estaban sus hijos. Yo le contesté que después de leer algunos libros y de mas de 30 años de periodista esa era la verdad más importante que había descubierto: que nuestros hijos son lo mejor que tenemos.

Que es lo que mas felicidad nos produce. Verlos nacer. Verlos crecer. Y ni me quiero imaginar lo que debe ser verlos multiplicarse y hacernos abuelos. De eso algo sabe Fernando con Santiaguito y Sofía. O mis viejos que ya son tres veces bisabuelos con Eliana, Ezequiel y Yoav. Eso yo todavía no lo experimenté porque mi hijo Diego recién tiene 21 años y está tan enamorado como yo de la aventura de ser periodista. De utilizar este maravilloso oficio para conocer, para curiosear, para investigar y para acomodar a los incómodos e incomodar a los cómodos. Que Diego haya pasado de ser estudiante de periodismo a periodista me produjo una de las mayores felicidades de mi vida. Un yacimiento de alegría que ni sabía que tenía. Su nacimiento como hijo y su nacimiento como periodista es por lejos, lo mejor que me pasó en la vida.

Casi todo lo demás son anécdotas. Van y vienen. Te dan energía o te quitan. Pero no son fundacionales como la relación entre los padres y los hijos. Ese vínculo es de acero.

Es una fábrica de esperanza inagotable. ¿Se puede explicar racionalmente esa felicidad? Es muy difícil pero para empezar creo que procrear, generar vida, aportar a la cavidad del amor de una pareja y prolongar la vida por los tiempos de los tiempos es en sí mismo el mayor de los milagros. No descubro nada ni pretendo descubrirlo. Digo que ese amor que se revela cuando ellos nacen es un manantial que desconocíamos hasta ese momento.

El amor por los hijos tiene una potencia inigualable. Uno es capaz de hacer cualquier cosa por ellos. Es lo único en la vida que se ama más que a nuestros padres o a nuestra pareja. Es lo único que se ama más que a uno mismo. Es uno mismo en el mañana. Sangre de nuestra sangre, vida cotidiana, gestos, genes. Verlos crecer es una felicidad cotidiana. Aprender a ser padre es una experiencia de una riqueza extraordinaria. Ensayo y error. Poner todo el amor pero sin asfixiar. Ayudarlo a cruzar todos los puentes pero sin cruzar por él. Empujarlo pero no reemplazarlo. Transmitirle valores con el ejemplo pero sin bajarle línea ni apelar a la moralina del dedito levantado. Yo siempre le digo a mi hijo lo mismo que mi viejo me decía a mi: "Cuidate, por favor, que si no te cuidas vos, quien te va a cuidar". Es un ruego, casi un rezo. Un padre nuestro que estás en la tierra. Cuida a mi hijo, protégelo. Permítele crecer y permíteme estar en la tribuna para alentarlo desde cualquier lugar.

Permítime ver su crecimiento y ver su luz que me ilumina. El desafío es ayudarlos a ser mejor que nosotros. Con más cabeza y más corazón. Con más ética y más sonrisas. Que sean valientes, generosos, divertidos, creativos y que aprendan a disfrutar intensamente los momentos de felicidad. Que sepa que se gana y se pierde. Que mucho, no todo, pero que mucho depende de nuestro esfuerzo. De los huevos que pongamos. De nuestro sacrificio. Son tiempos difíciles para ayudar a crecer a nuestros hijos. Son tiempos llenos de acechanzas y temores. Con muchos miedos. Miedo a que les roben, a que tengan un accidente, a que se droguen, a que se aburran y no encuentren su camino. Y el miedo más terrible: a que no sea feliz. La Navidad es muchas cosas según el cristal religioso, histórico y cultural con que se mire.

Yo ya le dije que no soy muy creyente. Que soy más bien agnóstico como buen periodista pero que admiro y hasta envidio a los creyentes. A la gente de fe. Pero creo que la Navidad en su primer y último contenido transmite el mismo valor y concepto del nacimiento. Del génesis, del comienzo. Por eso la Navidad es tan fuerte, por eso conmueve tanto. No es un momento más en la vida de las personas. Es el comienzo de la vida, el nacimiento, el origen, no importa cual sea la religión que profesemos si es que alguna vez profesamos alguna. Navidad es nacimiento y como le dije al principio no hay palabra superior ni mayor milagro. Ese gigantesco océano de amor interminable se resumen en nuestros hijos. Que todos nuestros hijos, los de nuestra familia y los de nuestro país sean muy felices y que nazcan tantas veces como sea necesario hasta que sean felices. Ese es mí deseo para todos nosotros y para todos ustedes. Por eso brindo. Feliz Navidad, feliz nacimiento.

Fuente: www.continental.com.ar


De yapa, la canción de Joan Manuel Serrat "Esos locos bajitos"



Espero que terminen muy bien el 2010 y comiencen, de la mejor manera posible, el 2011.

viernes, 24 de diciembre de 2010

jueves, 23 de diciembre de 2010

Información y comercial del videojuego Hitman 2: Silent Assassin


Es un sigilo basado en un juego de acción desarrollado por IO Interactive y publicado por Eidos Interactive. Es la segunda parte de la serie del videojuego Hitman. Su predecesor es Hitman: Codename 47 y su secuela es Hitman 3: Contracts. El juego fue lanzado por primera vez el 1 de Octubre de 2002 en América del Norte y también para las plataformas de Microsoft Windows, Playstation 2, Xbox y GameCube. Ha vendido más de 3,7 millones de copias al 23 de Abril de 2009.

Jugabilidad

Hitman 2 ofrece un modo de juego basado en misiones. En cada nivel, el personaje principal, conocido como 47, tiene una serie de objetivos para completar. En la mayoría de ellos, se requiere el asesinato de una o más personas. Sin embargo, el jugador elige como completar las misiones y casi siempre, hay una gran variedad de formas para hacerlo. Uno puede tomar un enfoque cauteloso, moviéndose dentro y fuera, evitando la confrontación dentro del nivel o tener una carrera más sencilla y la actitud de la pistola.
47 puede encontrar disfraces o tomarlos de una persona para mezclarse en el entorno y acceder a las áreas de acceso restringido. Esto juega en la "sospecha" del sistema, teniendo una barra al lado del estado de salud, representando la cantidad de sospecha. Hay varias maneras de combinar en forma más eficaz, por ejemplo, el jugador puede llevar un fusil AK-47 (rifle de asalto), mientras está disfrazado de soldado ruso. A pesar de utilizar un uniforme, al aproximarse a los guardias, aumenta la sospecha, ya que tendría la oportunidad de examinar más de cerca a 47. Además, correr, subir y estar en lugares restringidos, son otras maneras de reunir preocupación.
Si la sospecha es alta, el disfraz no será de ninguna utilidad. Es posible cambiarlos en todo el nivel.
En Hitman 2 también se utiliza el concepto de post-mision, sistema de clasificación, en donde al jugador se le da un estado basado en la forma en la cual completó la misión. Se valora a lo largo de un eje-agresivo sigiloso entre "Silent Assassin" (jugador furtivo que logra completar el nivel sin que se note, matando solamente a dos personas sin orientación, excluyendo el objetivo previsto) y "Miss Asesino" (jugador, no furtivo, que mata a todos). El juego premia el pensamiento crítico del jugador y la resolución de los problemas, tratándolo no solo como un juego de acción simple. El logro de "Silent Assassin" (asesino silencioso) en misiones múltiples, le regala al jugador armas de bonificación. Estas, además de los elementos que se encuentran en los niveles anteriores, pueden ser prorrogadas en el futuro, teniendo en cuenta los diferentes medios para realizar las tareas. Las armas grandes, como rifles y escopetas no pueden ocultarse, salvo que el jugador use un disfraz adecuado o debe asegurarse de no utilizarla.

Argumento

Después de saber su pasado oscuro y su concepción artificial al final de Hitman: Codename 47, 47 se refugia en un monasterio de Sicilia. Intentando dejar atrás su cruel pasado, comienza su nueva vida como jardinero en una Iglesia.
Desafortunadamente, 47 tiene que retirarse de su "examen de conciencia", cuando su anfitrión y amigo, el Padre Francis Vittorio, es secuestrado por la Mafia. Desesperado por encontrar a su amigo, 47 contacta a la Agencia que solía emplearlo, pidiendo ayuda. Ellos usan satélites espías para rastrear a Vittorio a la fortificada mansión del profesor universitario Guiseppe Guilliani. Luego, 47 se infiltra en la mansión en un intento de rescatar a Vittorio, matando a Guilliani en el proceso. Sin embargo, el Agente 47, para resolver el secuestro de Vittorio, solo cuenta con una única pista: que los secuestradores son "cuatro tipos barbudos y uniformados con aspecto de rusos".
La Agencia solicita un trabajo a cambio. 47 realiza otra vez asesinatos por el dinero, al principio para financiar la búsqueda del Padre Vittorio, pero finalmente sólo porque ha regresado a sus viejos hábitos. Los lugares visitados incluyen India, Japón, Nuristan, las Torres Petronas, Sicilia y San Petersburgo.

Comercial





martes, 21 de diciembre de 2010

Sin paraguas ni escarapelas (Osvaldo Soriano)

Nota aparecida en Pagina/3, revista aniversario de Página/12, en Junio de 1990.

El 24 de Mayo por la noche, el coronel Saavedra y el doctor Castelli atraviezan la Plaza de la Victoria bajo la lluvia, cubiertos con capotes militares. Van a jugarse el destino de medio continente después de tres siglos de dominación española. Uno quiere la independencia, el otro la revolución, pero ninguna de las dos palabras será pronunciada esa noche. Luego de seis días de negociación van a exigir la renuncia del español Cisneros. Hasta entonces Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, ha sido cauto: "Dejen que las brevas maduren y luego las comeremos", aconsejaba a los más exaltados jacobinos.
Desde el 18, Belgrano y Castelli, que son primos y a veces aman a las mismas mujeres, exigen la salida del virrey, pero no hay caso: Cisneros se inclina, cuanto más, a presidir una junta en la que haya representantes del rey Fernando VII, preso de Napoleón, y algunos americanos que acepten perpetuar el orden colonial. Los orilleros andan armados y Domingo French, teniente coronel del estrepitoso regimiento de la Estrella, está por sublevarse. Saavedra, luego de mil cabildeos, se pliega: "Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder ni una hora", les dice a los jacobinos reunidos en casa de Rodríguez Peña. De allí en más los acontecimientos se precipitan y el destino se juega bajo una llovizna en la que no hubo paraguas ni amables ciudadanos que repartieran escarapelas.
El orden de los hechos es confuso y contradictorio según a qué memorialista se consulte. Todos, por supuesto; salvo el pudoroso Belgrano; intentan jugar el mejor papel. Lo cierto es que el 24 todo Buenos aires asedia el Cabildo donde están los regidores y el obispo. "Un inmenso pueblo", recuerda Saavedra en sus memorias, y deben haber sido más de cuatro mil almas si se tiene en cuenta que más tarde, para el golpe del 5 y 6 de Abril de 1811, el mismo Saavedra calcula que sus amigos han reunido esa cifra en la Plaza y sólo la califica de "crecido pueblo".
La gente anda con el cuchillo al cinto, cargando trabucos, mientras Domingo French y Antonio Beruti aumentan la presión con campanas y trompetas que llaman a los vecinos de las orillas. Esa noche nadie duerme y cuando los dos hombres llegan al Cabildo, empapados, los regidores y el obispo los reciben con aires de desdén. Enseguida hay un altercado entre Castelli y el cura. "A mí no me han llamado a este lugar para sostener disputas sino para que oiga y manifieste libremente mi opinión y lo he hecho en los términos que se ha oído", dice monseñor, que se opone a la formación de una junta americana mientras quede un solo español en Buenos Aires. A Castelli se le sube la sangre a la cabeza y se insolenta: "Tómelo como quiera", se dice que le contesta. Cuatro días antes ha sido con el coronel Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros que era sordo como una tapia. "¡No sea atrevido!" le dice Cisneros al verlo gritar, y Castelli responde orondo: "¡Y usted no se caliente que la cosa ya no tiene remedio!"
Al ver que Castelli llega con las armas de Saavedra, los burócratas del Cabildo comprenden que deben destituir a Cisneros, pero dudan de su propio poder. Juan José pasó y el licenciado Manuel Belgrano esperan afuera, recorriendo pasillos, escuchando las campanadas y los gritos de la gente. Saavedra sale y les pide paciencia. El coronel es alto, flaco, parco y medido. El rubio Belgrano, como su primo, es amable pero se exalta con facilidad. Paso es hombre de callar pero luego tendrá un gesto de valentía. Entrada la noche, cuando French y Beruti han agitado toda la aldea y repartido algunos sablazos a los disconformes, Belgrano y Saavedra abren las puertas de la sala capitular para que entren los gritos de la multitud. No hay más nada que decir: Cisneros se va o lo cuelgan. ¿Pero quién se lo dice? De nuevo Castelli y el coronel cruzan la plaza y van a la fortaleza a persuadir al virrey. Hay un último intento del español por formar una junta que lo incluya, pero Castelli, que tiene 43 años y está enfermo de cáncer, se opone. Los "duros" juegan a todo o nada. Cisneros trata de ganarse al vanidoso Saavedra, pero el coronel ya acaricia la gloria de una fecha inolvidable. Quizá piensa en George Washington mientras Castelli se imagina en la comuna francesa. Su Robespierre es un joven llamado Mariano Moreno, que espera el desenlace en lo de Nicolás Peña.
Entre tanto French, que teme una provocación, impide el paso a la gente sospechosa de simpatías realistas. Sus oficiales controlan los accesos a la Plaza y a veces quieren mandar más que los de Saavedra. Por el momento la discordia es sólo antipatía y los caballos se topan exaltados o provocadores. Al amanecer, Beruti, por orden de French, derriba la puerta de una tienda de la recova y se lleva el paño para hacer cintas que distingan a los leales de los otros. Alguien toma nota y nace la leyenda de la escarapela en el pecho.
Al amanecer, para guardar las formas, el Cabildo considera la renuncia de Cisneros, pero la nueva Junta de gobierno ya está formada. Escribe el catalán Domingo Matheu: "Saavedra y Azcuénaga son la reserva reflexiva de las ideas y las instituciones que se habían formado para marchar con pulso en las transformaciones de la autognosia (sic) popular; Belgrano, Castelli y Paso eran monarquistas, pero querían otro gobierno que el español; Larrea no dejaba de ser comerciante y difería en que no se desprendía en todo evento de su origen (español); demócratas: Alberti, Matheu y Moreno. Los de labor incesante y práctica eran Castelli y Matheu, aquél impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua. Alberti era el consejo sereno y abnegado y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de aquí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él". Matheu exagera su importancia. Todos esos hombres han sido carlotistas y, salvo Saavedra, son amigos o defensores de los ingleses que en el momento aparecen a sus ojos como aliados contra España.

El delirio y la compasión

La mañana del 25, cuando muchos se han ido a dormir y otros llegan a ver "de qué se trata", el abogado Juan José Castelli sale al balcón del Cabildo y, con el énfasis de un Saint Just, anuncia la hora de la libertad. La historiografía oficial no le hará un buen lugar en el rincón de los recuerdos. El discurso de Castelli es el de alguien que arroja los dados de la Historia.
Aquellas jornadas debían ser un simple golpe de mano, pero la fuerza de esos hombres provoca una voltereta que sacudirá a todo el continente. Dice Saavedra: "Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del interior mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos, (...) nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra (...) En el mismo Buenos Aires no faltaron (quienes) miraron con tedio nuestra empresa: unos la creían inverificable por el poder de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio, de cabezas desorganizadas; otros en fin, y eran los más piadosos, nos miraban con compasión no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español".
La audacia desata un mecanismo inmanejable. Saavedra es un patriota, no un revolucionario, pero no puede oponerse a la dinámica que se desata en esos días. El secretario Moreno, un asceta de la revolución, dirige sus actos y sus órdenes a forzar esa dinámica para destrozar el antiguo sistema. Habla latín, inglés y francés con facilidad; ha leido y hace publicar a Rousseau, conoce bien la Revolución Francesa y es posible que desde el comienzo se haya mimetizado con el fantasma de un Robespierre que no acabará en la tragedia de Termidor. El ateo Castelli está a su izquierda, como French y el joven Monteagudo que maneja el club de los "chisperos". Todos ellos celebran en los templos del Norte el culto de La mort est un sommeil éternel, que Fouché y la ultraizquierda francesa usaron como bandera desde 1792. Belgrano, que es muy creyente, no vacila en proponer un borrador con apuntes sobre economía para el Plan terrorista que en Agosto redactará Moreno.
En la primera junta gana la Gauche (la acepción de "izquierda" se pronuncia, todavía, en francés): Moreno, Castelli y Belgrano son un bloque sólido con una política propia a la que por conveniencia se pliegan Matheu, Paso y el cura Alberti; Azcuénaga y Larrea sólo cuentan las ventajas que puedan sacar y simpatizan con el presidente Saavedra que a su vez los desprecia por oportunistas. Las discordias empiezan muy pronto, con las primeras resoluciones. Castelli parte a Córdoba y el Alto Perú como comisario político de Moreno, que no confiaba en los militares formados en la Reconquista. Es él quien cumple las "instrucciones" y ejecuta a Liniers primero y al temible mariscal Vicente Nieto más tarde. Belgrano, el otro brazo armado de los jacobinos, va a tomar el Paraguay; no hay en él la cólera terrible de su primo, sino una piedad cristiana y otoñal que lo engrandece: en el Norte captura a un ejército entero y lo deja partir bajo juramento de no volver a tomar las armas. Manda a sus gauchos desharrapados con un rigor insostenible y no mata por escarmiento sino por extrema necesidad. Sufre sífilis, cirrosis y tiene várices, pero conserva la fe cristiana y el sentido del humor. Las victorias de Castelli en Suipacha y la suya en Tucumán afirman la posición de Moreno en la Junta, pero las catástrofes de fines de año aceleran su caída.
Frente a frente, uno de levita y otro de uniforme, Moreno de Chuquisaca y Saavedra de Potosí, se odian pero no se desprecian. "Impío, malvado, maquiavélico", llama el coronel al secretario de la Junta; y cuando se refiere a uno de sus amigos, dice: "El alma de Monteagudo, tan negra como la madre que lo parió". El primer incidente ocurre cuando los jacobinos descubren que diez jefes municipales están complotados contra el nuevo poder. En una sesión de urgencia Moreno propone "arcabucearlos" sin más trámite, pero Saavedra le responde que no cuente para ello con sus armas. "Usaremos entonces las de French", replica un Moreno siempre enfermo, con el rostro picado de viruela, que acaba de cumplir 30 años. Al presidente lo escandaliza que ese mestizo use siempre la amenaza del coronel French, a quien hace espiar por sus "canarios", una especie de soplones manejados por el coronel Martín Rodríguez. Los conjurados salvan la vida con una multa de dos mil pesos fuertes, propuesta por el presidente. "¿Consiste la felicidad en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en que los hombres impunemente hagan lo que su capricho e interés les sugieren? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principió a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión y en decir con toda franqueza me cago en Dios y hago lo que quiero?", se pregunta Saavedra en carta a Viamonte que lo amenaza desde el Alto Perú.
Desde fines de Agosto, Moreno ha hecho aprobar por unanimidad el Plan secreto de operaciones que recomienda el terror como método para destruir al enemigo emboscado. Ese texto feroz, por momentos descabellado, no se conoció hasta que a fines del siglo XIX Eduardo Madero, el constructor del puerto, lo encontró en los archivos de Sevilla y se lo envió a Mitre. Para entonces, los premios y castigos de la historia oficial ya estaban otorgados y Moreno pasaba por un periodista y educador romántico influido por las mejores ideas de la Revolución Francesa. Pero es la aplicación de ese método sangriento lo que garantiza el triunfo de la Revolución. Hasta la llegada de San Martín la formación de los ejércitos se hizo a punta de bayoneta, la conspiración de Alzaga, como la contrarrevolución de Liniers, terminaron en suplicio y los españoles descubrieron, entonces, que los patriotas estaban dispuestos a todo: "Nuestros asuntos van bien porque hay firmeza y si por desgracia hubiéramos aflojado estaríamos bajo tierra. Todo el Cabildo nos hacía más guerra que los tiranos mandones del virreinato", escribe Castelli antes de ser llevado a juicio.

El coronel manda parar

A principios de Diciembre dos circunstancias banales sirven de pretexto a la ruptura entre Moreno y Saavedra que será nefasta para la Revolución. En la plaza de toros de Retiro el presidente hace colocar sillas adornadas con cojinillos para él y su esposa. Cuando las ve, Matheu hace un escándalo y argumenta que ningún vocal merece distinción especial. Pocos días más tarde, el 6, el regimiento de Patricios da una fiesta a la que asisten Saavedra y su mujer. En un momento un oficial levanta una corona de azúcar y la obsequia a la esposa que la entrega al presidente, Moreno se entera y esa misma noche escribe un decreto de supresión de honores. Saavedra se humilla y lo firma, pero el rencor lo carcome para siempre. Poco después, el 18 de Diciembre, mientras los Patricios se agitan y reclaman revancha por la afrenta civil, el coronel llama a los nueve diputados de las provincias para ampliar la Junta. Moreno, que intuye su fin, no puede oponerse a esa propuesta "democratizadora". El único que tiene el valor de votar en contra es el tímido tesorero Juan José Paso.
Moreno renuncia y el 24 de Enero de 1811 se embarca para Londres. "Me voy, pero la cola que dejo será larga", les dice a sus amigos que claman venganza. También pronuncia un mal augurio: "No sé qué cosa funesta se me anuncia en mi viaje". En alta mar se enferma y nada podrá convencer a Castelli y Monteagudo de que no lo asesinaron. "Su último accidente fue precipitado por la administración de un emético que el capitán de la embarcación le suministró imprudentemente y sin nuestro conocimiento", cuenta su hermano Manuel, que agrega en la relación de los hechos el célebre "¡Viva mi patria aunque yo perezca!"
Saavedra ha liquidado a su adversario, pero la Revolución está en peligro. El español Francisco Javier Elío amenaza desde la Banda Oriental y no todos los miembros de la Junta son confiables. El 5 y 6 de Abril el coronel Martín Rodríguez, con los alcaldes de los barrios, junta a los gauchos en la Plaza Miserere y los lleva hasta el Cabildo para manifestar contra los morenistas. Saavedra, que jura no haber impulsado el golpe, aprovecha para sacarse de encima al mismo tiempo a jacobinos y comerciantes corruptos. Renuncian Larrea, Azcuénaga, Rodríguez Peña y Vieytes. Los peligrosos French, Beruti y Posadas son confinados en Patagones. Belgrano y Castelli pasan a juicio por desobediencia y van presos.
Pero Saavedra sólo dura cuatro meses al frente del gobierno. Ha acercado a Rivadavia al poder, pero el brillante abogado y los porteños se ensañan con él y lo persiguen durante cuatro años por campos y aldeas; se ensañan también con Castelli, que muere deslenguado durante el juicio; con el propio San Martín que combate en Chile; con Belgrano que muere en la pobreza y el olvido gritando el plausible "¡Ay patria mía!" Pese a todo, la idea de independencia queda en pie levantada por San Martín, que se ha llevado como asistente a Monteagudo, "el del alma más negra que la madre que lo parió". Los ramalazos de la discordia duran intactos medio siglo y se prolongan hasta hoy en los entresijos de una historia no resuelta.


lunes, 20 de diciembre de 2010

jueves, 2 de diciembre de 2010

El seguimiento de una marca: Pepsi

Historia de Pepsi

Pepsi-Cola fue inventada a finales del siglo XIX, en Carolina del Norte por Caleb Bradham, un farmacéutico de New Bern y se ofrecía a los clientes como medicina contra la dispepsia (dolor de estómago). En 1902, Caleb Bradham solicitó el registro de la marca y fundó la empresa con 97 acciones de capital, empezando a vender el concentrado de Pepsi en forma. Bradham comprendió desde un principio, que los aspectos de mercadeo serían la base del éxito y así, durante su primer año, gastó $1,900.000 dólares en publicidad (suma muy grande, si se toma en cuenta que, apenas había vendido 8,000 galones de concentrado).
En 1905, el mismo Caleb Bradham construyó su primera planta embotelladora. Para 1907 ya habían 3 plantas más con una venta anual de 100,000 galones de concentrado (en dos años vendió doce veces más concentrado). Tanto por la Primera Guerra Mundial, como por la Depresión de 1929, la vida de la Pepsi estuvo a punto de extinguirse y Caleb tuvo que volver a su ocupación anterior: boticario. En 1931 Charles Guth, presidente de la compañía de dulces Loft, compró la marca registrada.
Después de varios experimentos y de transcurridos cinco años, se le ocurrió embotellar Pepsi en botellas usadas de cerveza de 12 onzas, pero como contenía el doble del común de los refrescos de cola, tenía que cobrar el doble, es decir, diez centavos de dólar y en consecuencia, el consumidor se resistía a pagar ese precio, razón por la que Guth decidió vender el producto a cinco centavos de dólar, lo que daba a los consumidores excelentes razones para consumir el producto. En 1936, la Pepsi lograba utilidades de alrededor de los 2 millones de dólares.
En 1938 fue nombrado presidente de la compañía, Walter Mack, quien consideraba a la publicidad como la clave del negocio y transformó a la Pepsi en una moderna compañía comercializadora.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos se vio en la necesidad de racionar el azúcar y esto perjudicó seriamente las ventas de Pepsi. Por otro lado, el lema "El doble por los mismos cinco centavos" dejó de ser efectivo para finales de la Segunda Guerra Mundial y las ventas andaban por los suelos.
En 1949 llegó a la presidencia de Pepsi Al Steele, dirigente notable y capaz. Cambió todo: introdujo una botella elegante, creó un departamento de mercadeo, presentó a la Pepsi como una bebida refrescante, ligera, baja en calorías y logro algo más importante: que los embotelladores echaran mano de sus ahorros e hipotecaran sus casas para invertir en el negocio, de lo que resultó que en 1959 hubiera más de 200 embotelladores.

Pepsi comenzó a ser un desafío real para la Coca-Cola


En 1963 llega a la presidencia de Pepsi Donald M. Kendall y con él la agencia publicitaria BBDO (iniciales de los apellidos Batten, Baston, Durstime y Osborn) quien hasta la fecha, sigue siendo la responsable creativa de la imagen de Pepsi. Entre los años 1963 (cuando Kendall tomó la compañía) y 1986 (cuando se jubiló) dejó una corporación que ocupa el lugar 41 entre las 500 empresas más importantes de los Estados unidos.
Para crear un clima que atrajera a gente con talento y espíritu empresarial, se trasladó la sede que estaba en Nueva York, a la población rural de Purchase a aproximadamente cuarenta y cinco minutos de ahí (sede actual de La Corporación Pepsi Co.) en el condado de Westhester. El complejo de siete edificios de la casa matriz fue diseñado por Edward Durell Stone, uno de los arquitectos más importantes de América.
En 1986 cuando le entregó el mando a Wayne Calloway, la Corporación Pepsi Co., a la cual pertenecían ya Frito-Lay y los restaurantes Pizza Hut y Taco Bell vendían cerca de $9,000 millones de dólares al año, esto es, elevar 18 veces los niveles de venta que tenían en 1965, el año en que se constituyó legalmente Pepsi Co. En la actualidad Pepsi Co. se considera dentro de las empresas más admiradas en el mundo por su agresividad comercial y su estilo de manejar los negocios.
Pepsi Co. se encuentra, actualmente, entre las más exitosas compañías de productos de consumo del mundo con ingresos anuales de más de 30,000 millones de dólares y más de 480,000 empleados.
Algunos de los nombres de la marca Pepsi Co. tienen casi cien años, sin embargo, la marca siempre apuntó a una sociedad jóven.
Pepsi Co. opera en tres importantes ramos en Estados Unidos y el resto del mundo:

1) Bebidas
2) Botanas
3) Restaurantes de comida rápida (Fast Food)

El objetivo primordial de Pepsi Co. es el incremento del valor de las inversiones de los accionistas mediante las actividades integradas de operación, inversión y financiamiento.
Es estrategia de Pepsi concentrar los recursos en el crecimiento de los negocios tanto mediante crecimiento interno como adquisiciones cuidadosamente escogidas dentro de esos mismos negocios.
La compañía Pepsi-Cola produce y comercializa, al día de hoy, una amplia gama de refrescos a clientes minoristas, restaurantes y servicio de alimentos en más de ciento noventa países y territorios en todo el mundo, generando ingresos anuales de diez mil millones de dólares.
En Estados Unidos, el mercado del refresco más grande del mundo con ventas a menudo de cincuenta y dos mil millones de dólares, las marcas Pepsi ocupan casi un tercio del mundo. Son particularmente fuertes en canales de distribución en los que el consumidor puede elegir entre marcas (supermercados, tiendas y gasolineras).
En 1992, Pepsi entró en sociedad con la compañía Thomas J. Lipton para producir y distribuir tés listos para beber. Hoy en día, la sociedad Pepsi-Lipton Tea es junto con Lipton Brisk y Lipton´s Brew el comercializador número uno de tés listos para tomar y su volúmen aumentó el doble de la cuota de la industria en 1995.

Consagración

Pepsi-Cola obtuvo su primer éxito vendiendo su botella en botellas de cerveza recicladas, permitiendo vender botellas más grandes a menor precio que Coca-Cola. De esta manera, Pepsi se acreditaba como la bebida de las clases bajas.

La compañía

Pepsi Co. la compañía propietaria de Pepsi, es también dueña de marcas como Quaker Oats, Gatorade, Frito-Lay y Tropicana, entre otras.
Tiene una gran cotización en el mercado de valores de Nueva York, bajo el símbolo PEP. La compañía para la distribución y embotellamiento se llama "Pepsi Bottling Group" (Grupo de embotelladoras Pepsi) cotizando con el símbolo PBG.
Hasta 1997 Pepsi Co. también controlaba a Kentucky Fried Chicken, Pizza Hut y Taco Bell, pero estos restaurantes de comida rápida fueron separados en la compañía Tricon Global Restaurants, ahora llamada Yum! Brands, Inc.

Composición

Esta gaseosa se compone de: agua carbonatada, azúcar, vainilla, extraños aceites, pepsina y granos de cola

Variantes

En 1964, se introdujo Pepsi Diet (Pepsi Dietética o Pepsi Ligera), hoy llamada simplemente Pepsi Light. Por una temporada, en la década de 1990, Pepsi introdujo un experimento, Pepsi Crystal, un refresco de cola de color transparente; en el año 2005, volvió a lanzar el producto con el nombre Pepsi Clear.




Durante el Otoño de 1998, se introdujo Pepsi One, con una ambiciosa campaña publicitaria con la coletilla principal de "Sólo una caloría". La bebida introdujo el uso de "Sunett"o Acesulfamo de Potasio y Aspartamo para obtener una sola caloría. En el año 2000-2001 en El Salvador, Chile, Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, México y Guatemala se comercializó la Pepsi Twist, la cual contenía limón. Este producto solo tuvo éxito en Bolivia y Brasil, por lo que fue retirado del mercado y solo puesta en el mercado boliviano y brasileño hasta hoy.





En Bolivia en el año 2004, se puso en venta la denominada Pepsi Blue que tenía una coloración azul. Esta misma se comercializó en Colombia, Guatemala y República Dominicana durante las navidades del 2000 al 2004 y en México en las navidades del 2003 al 2006 y nuevamente en la Navidad del 2009.


Desde principios del 2008 en México se distribuye una edición especial llamada Pepsi Retro que es baja en calorías y, de acuerdo a la publicidad, elaborado con productos naturales como son el extracto de nuez de cola y azúcar natural. La marca fue discontinuada del mercado mexicano, en Enero de 2009.


La nueva Pepsi está en el mercado mexicano con el nombre de Pepsi Kick con el slogan "Despierta", que es una fusión entre cafeína y ginseng, siendo este el primer producto de la marca en México en utilizar el nuevo logotipo de Pepsi. Después de que salió al mercado la Pepsi Kick, también sale al mercado la Pepsi Natural (igual a la Pepsi Retro, pero con el nuevo logotipo de Pepsi) hecho con el extracto de nuez de cola y baja en calorías, pero está elaborado sin conservantes, saborizantes ni colorantes artificiales.




En Junio del 2009 en Argentina, se lanzó la publicidad de "Pecsi", en la que la empresa se orienta a las personas que pronuncian mal el nombre de la bebida original, Pepsi. Manteniendo su mismo sabor y componentes, solamente cambiando el nombre.


Curiosidades

1) Algunos fondos de inversión han retirado sus inversiones de Pepsi dado que sus seguros sociales incluyen a las parejas de hecho.

2) Pepsi fue la primera bebida estadounidense comercializada dentro de la Unión Soviética.

3) A mediados del 2008, un comercial promocional llamado Pepsi Gol Evolution de Argentina, ironizó con respecto al nivel de juego de la selección panameña de fútbol e hizo que los panameños lanzaran una campaña para no comprar más Pepsi en Panamá y logró que las ventas bajaran a tal grado que la compañía en Argentina tuvo que pedir disculpas públicas a los panameños y retirar dicho comercial de televisión. La frase del video es: La táctica es más fácil que ganarle a Panamá con uno más.

4) El 27 de Enero de 1984, Michael Jackson filmó un comercial para Pepsi-Cola junto a otros miembros de su familia, en el Shrine Auditorium 39. Durante el rodaje del mismo, Michael Jackson sufrió quemaduras de segundo grado en su cuero cabelludo.

5) Desde Febrero del 2010 en Caracas, se elimina la famosa esfera publicitaria Pepsi, que según las autoridades violaban ordenanzas municipales y constituía un peligro para la ciudad. Esta esfera fue construída en los años 90 encima de la torre Pepsi, propiedad de empresas Polar, tenía más de 80 toneladas de estructura metálica y actualmente el logotipo de Pepsi fue cambiado por el nuevo logotipo de Pepsi con estructura plana.

El cambio del logotipo según pasan los años




Las características del nuevo logotipo diseñado por el grupo Omnicom, inauguran un logosímbolo que aunque mantiene su eterno aspecto circular patente desde 1950, plantea sus características, formas curvas interiores de un modo totalmente nuevo, sugiriéndose ahora una caprichosa y forzada sonrisa, la cual trata de perseguir una serie de sensaciones positivas para con la nueva marca. La tipografía, por su parte, pierde su volumen e impacto habituales (al igual que el logosímbolo) y pasa a convertirse en un título a caja baja y tipografía de palo seco geométrica, donde por algún motivo de escasa coherencia, la letra "e" rescata la forma ondulada suprimida de las formas curvas interiores del anterior logosímbolo circular.
Lo curioso de este cambio, es que llega en un momento delicado para la compañía y todo parece que ante las noticias de pérdidas de ganancias y despido de empleados (3300 puestos de trabajo alrededor del mundo), estando sujeto el anuncio del nuevo logotipo a una minuciosa estratregia de marketing.
De cualquier modo, la "parcial" metamorfosis en la gráfica de la marca no nos viene desprevenida, si tenemos en cuenta que Pepsi ha sufrido ya varios cambios a lo largo de su existencia. Desde sus inicios, el logotipo de Pepsi (dibujado a mano en 1898 por el célebre farmacéutico Caleb Bradham, quien también elaboró la fórmula), constantemente ha sufrido dramáticos cambios, marcando una línea de evolución hacia lo tecnológico (tanto logosímbolo como tipografía), siendo en los años noventa cuando la marca sufrió mayor "evolución" en este sentido. Produciéndose una modificación de la marca en 1991 y la sustituida el año pasado, desarrollada en 1998.

El cambio de los envases según pasan los años

Envase 1898


Envase 1906


Envase 1950

Envase 1973


Envase 1991


Envase 1998



Envase 2001


Envase 2009


Publicidades antiguas


(1950)


(1950)

(1960)


Publicidades Actuales










Fuentes: www.analítica.com y http://cartonpluma.blogspot.com





martes, 30 de noviembre de 2010

Una familia, que va a dar que hablar

La película Mi Familia es una comedia dramática protagonizada por Annete Benning, Julianne Moore, Mark Ruffalo, Mia Wasikowska y Josh Hutcherson, bajo la dirección de Lisa Cholodenko.
Lisa Cholodenko empezó su carrera en la industria del cine en Nueva York, en la década de 1990. Obtuvo cargos de asistente de editor en las películas: Los chicos del barrio (Ice Cube, Cuba Gooding Jr, Angela Basett) (1991) y la Gente Utiliza (Shirley Maclaine, Kathy Bates, Jessica Tandy) (1992). Después se matriculó en la Universidad de Columbia (Escuela de artes), donde obtuvo una ayuda macrofinanciera en escritura de guiones y dirección. Luego de escribir y dirigir varios cortometrajes tales como Cena, hizo su debut en el cine con High Art (Radha Mitchell, Gabriel Mann, Ally Shedy) (1998) ganando uno de los premios del Festival de Sundance. Cholodenko también ha trabajado en televisión, con su adaptación de la novela Cavedweller (libro que trata sobre la violencia doméstica, la amistad entre las mujeres y la pobreza de la pequeña ciudad del sur, Georgia). Además dirigió episodios de Homicidio: Vida en la calle, Six Feet Under (cuenta la vida de una pareja de homosexuales) y The L Word (retrata la vida de un grupo de lesbianas, bisexuales y transexuales, en Los Ángeles). En su última película, Los chicos están bien (en Latinoamérica, Mi Familia), da su punto de vista sobre la relación de una pareja de lesbianas, ya que ella confesó serlo.
El film se centra en una relación lésbica entre Nic (Annete Benning) y Jules (Julianne Moore). La pareja protagonista tiene dos hijos: Joni (Mia Wasikowska) y Laser (Josh Hutcherson), quienes nacieron por inseminación artificial. Joni está a punto de graduarse de secundaria y pasa por todos los problemas propios de la adolescencia, el alcoholismo y las ganas de ser popular. Pero hay una sola cosa que los hijos quieren saber y es conocer al hombre que donó su esperma (Mark Ruffalo). Ellos por azares del destino, lo encuentran y lo integran como parte de su vida. El problema es que sus madres no están de acuerdo con eso, provocando algunas situaciones confusas.
Es muy bueno ver una película con un relato poco habitual de ver en la pantalla grande, como el reencuentro de una pareja de lesbianas con el donante de esperma de sus hijos y mostrar cómo esto afecta para bien y mal a todos los involucrados.
Las actuaciones son sumamente creíbles, sin caer en el exceso de los clichés. Se ve el gran duelo actoral de las actrices protagonistas. Realmente, se observa a dos mujeres que se aman y no a las actrices que las interpretan. Mark Ruffalo, no se queda atrás, brindando un trabajo sólido.
El guión mantiene el interés del espectador, tratando con respeto y altura, la complejidad de sentimientos y conflictos que surgen cuando aparece el donante a cambiar las vidas de todos los integrantes de esta familia.
Lo que sí, el final será complaciente para muchas personas.
El film nos deja una pequeña enseñanza: Uno no valora lo que tiene, hasta que lo pierde.


jueves, 18 de noviembre de 2010

Comercial TAC (Transport Accident Comission)

Hay que tomar conciencia cuando uno maneja


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Las diez marcas retro que más se extrañan

Golosinas, alimentos y bebidas que fueron furor en los 80. Un ranking para melancólicos con las firmas que marcaron una generación.


Muchos de los que hoy tienen más de 30 años se pondrán melancólicos al leer estas líneas. Recordarán los años en que se calzaban la campera de corderoy, encendían el enorme Walk Man Sony amarillo, con un tema de Pat Benatar sonando y salían a reventar la noche clavándose un licuado de banana en La Lecherísima del barrio.

Las cosas han cambiado desde entonces: muchos de los alimentos que eran furor en los 80 y 90 -verdaderos íconos de consumo de una generación- terminaron desapareciendo de un día para otro, con penas y gloria destrozando el corazoncito de sus fanáticos.

Por eso, en esta nota queremos recordar estos productos y apelar al clamor popular para que alegren otra vez nuestras vidas. Estos son los 10 alimentos que más extrañamos. Queremos que vuelvan.

1) Fruti Fru
Quienes probaron esta golosina y todavía conservan sus piezas dentales son auténticos casos de estudio para la odontología. El Fruti Fru era un cuadrado que a duras penas entraba en la boca; había que masticarlo hasta el punto del calambre mandibular, pero su sabor valía el sacrificio. De un día para el otro, los gloriosos Fruti Fru desaparecieron de los quioscos argentinos.

2) Mobur
Este sándwich de la extinta cadena Pumper Nic fue el fetiche alimenticio de una generación dispuesta a masacrarse el hígado y morir felíz. Dos panes y un huevo frito aplastado en el medio componían el preciado bocadillo y deleitaban a miles de fanáticos. Acompañado por unas Frenny´s (así se llamaban las papas fritas de Pumper), el Mobur era lo máximo.
Algunos aún escuchan en sueños la voz de la cajera sonando en los micrófonos descascarados del restaurante del hipopótamo: "Mobur y Frenny´s para caja dos".

3) Teem
Y un día tembló la Sprite... fue cuando apareció en el mercado la Teem, una gaseosa lima limón que entró en los hogares argentinos y cautivó a los adolescentes. Todavía hoy algunos treintañeros -que más bien pisotean los cuarenta- la piden en los bares y son traicionados por sus recuerdos, ante la mirada absorta del mozo: "Traéme una Teem... digo una Sprite".

4) Mendinet
Los quesos crema de hoy no tienen nada que hacer si se los compara con el famoso Mendinet, cuyos grumos blancos (eran casi pelotitas de Ping Pong) quedaron grabados en el paladar de muchos. Inclusive hay quienes insisten en batir el Mendicrim o el Casancrem para que se parezcan, aunque sea un poco, al grumoso recuerdo del Mendinet.

5) Caramelos Punch
Eran ladrillitos dulces de distintos colores de sabor indefinido. Los favoritos solían ser los multicolor que algunos catalogaban como "tutti frutti". Había que pedir de a varios paquetes porque uno se los devoraba en bloque. El producto fue discontinuado durante muchos años y luego reapareció. Hoy no queda en claro si siguen existiendo, o no.

6) Tubby 3 y Tubby 4
"Vamos subidos a los bolsillos de una ciudad soleada: Tubby 3 y Tubby 4...", decía el spot televisivo de esta golosina (lanzado en 1984), que es sin dudas la más ochentosa del listado. Una oblea bañada en maní y caramelo y otra bañada en chocolate componían la maravillosa dupla. Nadie supo que fue de ella. Se dice que algunos coleccionistas mandaron a embalsamar varios Tubby 3 para mantener vivo el recuerdo.

7) Sandy de dulce de leche
Con el cierre de Gándara desapareció este postrecito, que vivió su pico de esplendor en los ´80. Fue uno de los primeros que supo reproducir fielmente el sabor del dulce de leche en un postre cremoso. Pero a no desesperar. Este año la marca fue comprada por inversores chinos así que existen altas posibilidades de que regrese.

8) Alfajor Suchard
Es el alfajor más añorado por toda una generación. Fue el primero en introducir mousse de chocolate entre sus dos galletas. Venía envuelto en un papel dorado, marrón y naranja. Tan hondo caló el Suchard en la gente que se crearon más de 30 grupos en Facebook para pedir que vuelta. Por ahora, los reclamos son sólo un grito perdido en la web.

9) Mountain Dew
Al igual que la Teem, esta bebida también tuvo sus seguidores en la Argentina. En verdad nadie sabía de qué estaba hecha (demasiado dulce para ser una tónica), pero la Mountain Dew realmente era muy rica. En Estados Unidos se sigue vendiendo, pero aquí duró menos que Abel Alves como DT de Boca.

10) Bauty
"Bauty es... coco, chocolate, chocolate y coco", cantaba el jingle de su pegadiza publicidad televisiva. Un clásico del quiosco que duró poco y pide una segunda chance. En alguna época apareció la golosina Prestigio que era similar, pero nada que ver con aquel mix dulce y equilibrado del Bauty ¿volverá?

Fuente: www.infobae.com
Sección: General

lunes, 8 de noviembre de 2010

Inauguran en España la Avenida "Super Mario Bros"

Los vecinos del barrio Arcosur de Zaragoza, España, serán los primeros en rendir homenaje al célebre fontanero de Nintendo, a 25 años de su nacimiento.

El Sábado se inauguró la Avenida Super Mario Bros, en Arcosur, la flamante ciudad construída al sur de la capital aragonesa. El acto fue organizado por Nintendo España y contó con la presencia de un puñado de vecinos entusiasmados por el inminente crecimiento de su pueblo, y la posibilidad de fotografiarse junto al ídolo de la infancia.

Tal como manifestó Manuel Curdi, portavoz de Nintendo España: "Es una gran satisfacción para la empresa esta elección de los vecinos de Arcosur y el homenaje a un icono de los videojuegos que se ha convertido en un icono social, que ha trascendido el ocio electrónico y está en la vida de todo el mundo".

La Super Mario Bros, que por cuestiones de planeamiento aún no se encuentra asfaltada, será la avenida principal del barrio, con una longitud de 921 metros, a lo largo de los cuales se repartirán alrededor de 785 hogares. Al sur de la avenida se van a construir dos edificios de uso terciario. Y, por supuesto, no podía faltar una estatua gigante del fontanero más querido de todo el mundo pero en versión aragonesa, vestido de baturro (aragonés).

En la inauguración, celebrada con motivo del cumpleaños número 25 de Super Mario Bros, el personaje creado por Shigeru Miyamoto para Nintendo se hizo presente para conocer la primer calle del mundo que lleva su nombre. Además, participó de un peculiar certámen: el vecino que más se le parecía, ganaba un pack especial de juegos con el logo del 25 aniversario de Mario Bros.

Arcosur fue diseñado en 2008 y al año siguiente comenzaron las obras, que esperan finalizarse para 2012. Esta ciudad, que consiste en la urbanización de 440 hectáreas, surgió con el fin de hacerle frente a la crisis europea poblando el territorio y generando actividades productivas. En dicho terreno, se levantarán 21.148 viviendas, de las cuales 12.689 serán de protección oficial. También se construirán cerca de 250.000 m2 destinados a usos terciarios (oficinas, comercios, hostelería, ocio).

Fuente: www.infobae.com



viernes, 5 de noviembre de 2010

Setenta en el siglo XXI (Anónimo)

Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de setenta años.
Es una generación que ha pateado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales el hecho de envejecer.

Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del siglo veinte para dar identidad a una masa de niños desbordados en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.

Este nuevo grupo humano que hoy ronda los setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura rioplatense le dio durante décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas de J.C. Onetti o Roberto Arlt, esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganó la vida con eso. Supuestamente debe de ser por esto que se sienten plenos...algunos ni sueñan con jubilarse.

Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante. Esta mujer pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo y en determinado momento de su juventud en el que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras, otras eligieron tener hijos, otras fueron periodistas, atletas, o crearon su propio "YO S.A". Pero cada una hizo su voluntad.

Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente. Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de setenta maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escribe, y se ve, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar con sus amigos y les escriben en e-mail sus ideas y vivencias.
Por lo general están satisfechas de su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes; ellos conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona y toma nota, a lo sumo.

La gente grande comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada.
Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo...Ellos no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.

Hoy la gente de 60, como es su costumbre, está entrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, por que la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben.

La gente de 60 de hoy, celebra el sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo...Quizás, por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los de setenta en el siglo XXI.


jueves, 4 de noviembre de 2010

Cada vez que pierde Racing

Este poema está dedicado principalmente a la hinchada de Racing, pero también a todas la hinchadas del fútbol argentino (reconociendo su eterna pasión por este deporte maravilloso).

Cada vez que pierde Racing

Cada vez que pierde Racing se me viene abajo el mundo
con el alma por el piso caigo al pozo más profundo
el Domingo se perpetua y la bronca no se va,
cada vez que pierde Racing yo lo quiero un poco más.

Cuando cae la Academia se me piantan los anhelos
¡que difícil se hace todo si es tan fuerte el desconsuelo!
están tristes mis amigos casi tanto como yo
cuando Racing se desploma muere y nace una ilusión.

Cada vez que pierde Racing mi semana es diferente,
todo se hace más pesado y el desgano es evidente,
gesto adusto y perturbado, nerviosismo y mal humor
y la chanza del contrario que resisto con honor.

Ver a Racing derrotado me provoca gran tristeza
y aunque el golpe sea muy duro nunca pierdo la entereza,
orgulloso yo sostengo con arresto mi pasión
y ese loco fanatismo transformado en devoción.

Es por eso que te digo racinguista amigo mío
que si hoy estoy herido volveré a estar en pie,
porque soy de la Academia, soy constante y muy distinto
y no hay diablo en mi camino que me pueda someter.

En la súbita derrota y en el áspero traspié
siempre firme junto a Racing nuevamente allí estaré,
porque soy muy diferente a ese amargo que está enfrente
que acompaña y hace ruido si es primero únicamente.

Pasaran entrenadores y también mil jugadores,
habrá marcha permanente de diversos dirigentes
pero solo nuestra hinchada estará siempre presente
defendiendo más que nadie su fervor blanco y celeste.

Aunque ganes o pierdas poco y nada me interesa
en la angustia más punzante o en la gloria y el placer,
seguirás siendo el motivo principal que me desvela,
mi querido y gran amigo, Racing club de Avellaneda.


Fuente: http://quelapaseslindo.com.ar/

martes, 26 de octubre de 2010

Adiós al oráculo mundialista

El molusco adivino, que se hizo famoso por predecir todos los resultados de Alemania y la victoria final de España durante el Mundial 2010, falleció anoche en su acuario "en paz y por causas naturales", según el comunicado.

OBERHAUSEN, Alemania (dpa) - El pulpo Paul, el molusco adivino del Mundial de Sudáfrica, murió anoche en el acuario en el que vivía, el Sea Life de la ciudad alemana de Oberhausen, informaron hoy sus portavoces.

El principio del fin: Paul deja afuera del Mundial a la Argentina

"Paul murió en paz y por causas naturales", asegura el escueto comunicado con el cual anunciaron su ingreso al cielo de los pulpos.

Paul eligió a España



Paul se hizo mundialmente famoso al vaticinar correctamente todos los triunfos y fracasos de la selección de su país en el Mundial de Sudáfrica, así como la victoría de España.

Al archiconocido pulpo se le ofrecían dos botes llenos de comida, uno con la bandera de cada país jugador. El animal pensaba unos segundos para abrazarse después a uno de los botes.

Con sus oráculos acertó a los ganadores de todos los partidos, incluyendo encuentros difíciles, como la final que ganó España, o sorpresivos, como la derrota de Alemania ante Serbia en la ronda inicial.

La canción del pulpo Paul



Texto: (fuente: www.canchallena.com)

viernes, 22 de octubre de 2010

La observación de los pájaros (Roberto Fontanarrosa)

Uno abre la puerta y sale a la calle con un infierno escarbándole las entrañas. Afuera, la siesta del Domingo transcurre silenciosa y quieta, como si no pasara nada. Y no pasa nada, hermano, no pasa nada. Si después de todo, es apenas un partido más. Un partido más entre los miles de partidos que han jugado los clásicos equipos rosarinos. ¿O acaso uno piensa o alguien se acuerda de cómo salieron en el primer partido del año 75? ¿O en el segundo? Ni uno mismo lo sabe. Ni se acuerda.
Son emociones momentáneas, pasajeras. Intensas pero fugaces. Un dolor profundo, una alegría enceguecedora pero que al día siguiente se va, desaparece sin dejar huellas físicas visibles, como la varicela. Seguro que no hay casi nadie en la cancha. Casi vacío el Parque. Mañana dirá el diario que el partido concitó poco público. Que la campaña irregular de los sempiternos rivales, la promesa de un mal partido y la amenaza de un nuevo empate alejó a las parcialidades, por supuesto. No tiene importancia el partido. Si se pierde, habrá un chisporroteo urticante durante un rato, alguna carcajada extemporánea, una mirada sobradora, pero nada más. Nada más. Pero será un empate. Quedan 45 minutos apenas, si es que ya ha comenzado el segundo tiempo. 45 minutos. Pero ¿cómo es posible que tarden tanto en pasar 45 minutos? ¿Cómo puede ser que se transformen en una eternidad inacabable? La cosa no es mirar el reloj. No mirarlo nunca. Entonces, de pronto, cuando uno en el reflejo natural y entendible de animal urbano mira el cuadrante, ya han pasado 40 minutos o 43, no queda nada. Dos minutos apenas, un suspiro, una minucia de tiempo, un preámbulo mísero al gesto altivo del árbitro que levanta la mano derecha y muestra a los jugadores, a la tribuna y al mundo que adiciona dos minutos solamente, que le importa un carajo que haya habido ocho de demora por choques y turbamultas y que está dispuesto a cortar el clásico lo antes posible con la tranquilidad de haber sacado el partido sin problemas mayores ni expulsiones injustas. Es así. Pero lo más jodido son los primeros 20 del segundo tiempo, eso es lo jodido, uno cavila.
Allí todavía los equipos quieren llevarse los dos puntos y el local especialmente, carajo, se lanzará al ataque obligado por su condición de dueño de casa. ¡Y los nuestros son tan boludos que siempre se desconcentran en los primeros minutos! Entran dormidos, no encuentran las marcas, les meten goles imbéciles tras un rebote. Goles boludos... ¿Qué es eso? ¿Qué es eso? ¡Un bocinazo! ¡Hay un gol! ¡Alguien festeja! Si se escucha otra bocina no quedan dudas, ya se celebra... Pero no hay nada. Vuelve el silencio. Uno camina y percibe un golpeteo sordo, un tam-tam opresivo desde el lado de adentro del pecho. La boca pastosa ¿cómo mierda pueden tardar tanto en pasar 45 minutos? Si uno va a comer por ejemplo, o a tomar un café y está allí, al pedo, charlando, mirando a la gente, distraído y de pronto cuando mira el reloj, ya se le ha pasado más de una hora. ¿Cómo es posible esa diferencia de densidad en el tiempo?
Es más, hace muy poco, digamos ayer sin ir más lejos, uno estaba en el patio de su casa jugando a los soldaditos y ahora, de golpe y porrazo, ya tiene la edad que tiene y se le ha caído el pelo de la cabeza. Hace horas prácticamente, se reunía con los compañeros de la secundaria festejando la finalización del quinto año, estrechaba la mano de Podestá, jodía con Carelli y de pronto, en un soplo, está aquí, caminando por las calles del barrio como un prófugo, como un linyera, como un fugitivo, tratando de que pase de una buena vez por todas ese puto clásico con el resultado que sea. Eso mismo. El resultado que sea. Victoria, empate o derrota. Incluso derrota. Porque la derrota, cuando se acepta, cuando se instala, invade el cuerpo como una medicina amarga pero relajante, resignada. Lo que a uno lo destruye es la ansiedad. Dos semanas, tres semanas, cuatro, esperando que llegue el día preanunciado.
Séptima fecha de las revanchas. Y lo inapelable de lo indefectible. Esa bola en el estómago que se va formando en los comentarios previos, durante el partido con Vélez, durante el partido con Ferro, durante el partido con Boca, en torno al clásico que se acerca. La fiesta de la ciudad... ¡Justamente! Se van a la concha de su madre con la fiesta de la ciudad. Feliz es ese perro que cruza la calle.
Se oyen incluso las pisadas acolchadas de sus patas sobre el empedrado, tal es el silencio de la siesta. No sabe nada del fútbol, no sabe nada del clásico, no le importa un sorete el resultado. ¿Y eso? Alguien gritó. Sí. Alguien gritó. En una casa cercana se elevó un grito. ¿Hombre o mujer? Si es mujer puede que no haya pasado nada. Un reproche a su hijo tal vez. Si es de un hombre puede ser un gol. Aunque hay muchas mujeres terriblemente fanáticas también. Es más. Son las peores con las cosas que les gritan a los jugadores en la cancha. La casa es humilde. Puede ser gol de Central, entonces. El barrio es un reducto canalla. Pero ahora está todo muy mezclado. Antes los verduleros eran de Central y los oligarcas leprosos. Pero ahora uno ve conchetos que son canallas y unos grones impresionantes que son leprosos. Se ven incluso niños con la rojinegra muchas veces. No hay seguridad por lo tanto de que ese grito de alborozo provenga de un centralista. De todos modos, no se repite.
Uno mira hacia el entorno como un indio. Olfatea el aire, para las orejas, gira la cabeza buscando indicios en el aire. No se puede sufrir tanto. Tal vez sea mejor ir a la cancha. Uno está allí in situ, en el lugar propiamente dicho de los hechos. Enclavado en medio de la popu, mirando lo que pasa, sin necesidad de adivinar nada ni de que se lo cuenten. Pero hay que ir muy temprano, cuando empieza la reserva. Y pararse y sentarse, y pararse y sentarse y pararse y sentarse cada vez que hay una situación de gol hasta que al fín se paran todos para siempre y se termina esa historia. Hay que estar más entrenado que los jugadores, carajo. Estrujado, además, por la sudorosa multitud bajo el sol inclemente del estío. Y ver el insufrible espectáculo de los lepras cubiertos de banderas gigantescas, saltando y gritando como demonios en la bandeja de enfrente. Porque no se puede ir a las plateas y correr el riesgo de quedar sentado junto al enemigo. Y después, la otra, la verdad: de visitante, sea en la Bombonera, en el Gasómetro o en el Monumental, es muy pero muy probable que te rompan el culo. Históricamente ha sido así. Y el regreso es duro.
Pero lo peor es la radio. Es mucho peor que ir a la cancha. Es como pelearse con un tipo en una habitación a oscuras. Los relatores asumen la responsabilidad frente a sus oyentes, y más que nada frente a sus anunciantes, de dotar de dramatismo al espectáculo, esa verdadera fiesta del fútbol rosarino. Por lo tanto, los remates siempre salen rozando los maderos, las atajadas siempre revisten la condición de milagrosas y los ataques en profundidad despiden invariablemente un definitivo aroma a gol. Hay que guiarse entonces por el estallido de la tribuna, allá, en el fondo. El rumoreo de la indiada como telón de fondo del tipo que transmite. Uno escucha el "Uhhh" que se transforma en "Ahhh" cuando todavía el relator no ha alcanzado a gritar que esa pelota se viene como balazo de pedo o que volvimos a perder una ocasión irrepetible. Uno escucha el estallido lejano cuando el tipo aún está anunciando que llega el centro y ya se sabe que el grandote de ellos saltó y te la mandó a guardar. En la cancha al menos, uno ve dónde está el wing, dónde se fue esa pelota y a qué distancia real del arco se desarrolla la jugada. Aunque también está el recurso de escuchar otro partido y esperar la conexión con Rosario. River-San Lorenzo por ejemplo, que conectará a cada momento con la emoción que se vive en el Parque Independencia en otra edición de uno de los clásicos más antiguos de nuestro fútbol. Pero allí la cosa suele ser peor.
El corazón esta inerme ante el sablazo fatal de la noticia. Antes por lo menos, con Fioravanti -un caballero de la radiofonía deportiva- alguien te anunciaba: "Atento Fioravanti". "¡Atento Fioravanti!" llamaba un tipo. Entonces uno se agarraba de las almohadas, por ejemplo -si estaba tirado en la catrera- daba una vuelta carnero sobre el lecho, mordía la sabana y aguardaba, como un pelotudo, como un cordero ante la destreza final del matarife, el golpe artero. Podía ser que llamaran desde otra parte, supongamos, desde Platense en Manuela Pedraza y Cramer, después de todo. O bien desde el coqueto estadio Atlanta, para anunciar un gol de un ignoto puntero izquierdo. A veces uno, antes, un segundo antes, percibía detrás de aquel llamado cobardemente anónimo el corto e inusual estallido del público, de algún público, más parecido al sonoro griterío de los locales que al apagado de los visitantes y entonces intuía, detectaba, temía, que el llamado fuese desde Rosario. Y para colmo, Fioravanti demoraba la conexión comentando, preciso y atildado, que en esos momentos, los bravos muchachos azulgranas estaban armando la barrera, la empalizada, el valladar, el muro de contención... Pero aquel anuncio, el "¡Atento Fioravanti!", alertaba el espíritu, prevenía la psiquis y disponía el terreno para recibir el dolor supremo o la alegría enceguecedora. En cambio ahora no.
Ahora, de buenas a primeras descaradamente, crudamente, ferozmente, un desaforado se mete en la transmisión vociferando "¡Gol de boca!" y a la mierda. Uno queda aterido, trémulo, abofeteado, pensando que en esas tres palabras pudo haber cambiado el sentido de la vida, el eje del movimiento del mundo y el sentido mismo de nuestra existencia sobre la Tierra. Por eso, por preservación tal vez, uno puede decidir que no quiere saber absolutamente nada sobre el partido. No quiere verlo ni escucharlo, ni siquiera enterarse del resultado hasta el momento exacto del pitazo final. ¿Por qué? Porque uno sabe que todo sufrimiento tiene un límite, que su cansado corazón no podrá aguantar el trámite, que la angustiosa transmisión radial se sumara a la tensión propia hasta alcanzar ribetes intolerables y que prefiere, en suma, conocer el marcador ya puesto de un impacto seco, un manotazo duro, un golpe helado.
Sin embargo encerrarse en un ropero, en la piecita chica de la terraza, puede ser ocioso. El sonido radial es finito, incisivo, líquido y se fíltra por las paredes. Usted conoce que su vecino suele estallar en un mugido estremecedor ante los goles. Y están también las lejanas bombas de estruendo. Y las bocinas... El cine puede ser. El cine es una opción. Pero siempre habrá en la platea casi desierta del Domingo a la siesta, fílas más atrás, otro cobarde con un radio portátil incrustada en el oído. Uno, sensibilizado como un animal en carne viva, pese a las tinieblas lo ha visto y asume desde ese mismo momento, que Sharon Stone podrá ponerse en bolas una y mil veces, que Michael Douglas podrá agarrarse los huevos contra una puerta en repetidas ocasiones, pero que, a uno solo lo tendrá sobre ascuas ese mínimo canturreo oscilante y rápido que más que escuchar, adivina y que proviene de la radio del hijo de mil putas de la fila de atrás que hubiese podido elegir otro cine para refugiarse. Por eso, ahora uno está en la calle. Intentó ver televisión y fue lo mismo. Tomó café, dio vueltas por la cocina pero el tiempo se había detenido en la casa como aquel tiempo que diseñara Bioy Casares en La invención de Morel.
De pronto hubo una explosión, clara, inequívoca. Una bomba de estruendo. ¡Aquello era un gol, sin duda alguna! Se levantó de la silla y giró varias veces en torno a la mesa, cautivo del infernal desasosiego. En la cocina la radio, apagada, muda, lo esperaba. ¡Podía ser un gol de Central y uno estaba allí, como un boludo, sufriendo al pedo! Y si era gol de Newells mala suerte. La resignación, sabía, habría de invadirlo como una melaza reparadora. Hubo que correr hasta la radio y encenderla. El dial capturaba un programa musical, insensible a los problemas medulares de la sociedad. Uno buscó locamente con el dial. Apareció una propaganda gritona y vertiginosa. ¡Era allí! "Vamos a la boca del túnel" indicó un tipo. Atrás, el rumoreo. No había excitación en los comentaristas, no había exaltación ni clamoreo. "El empate está bien, hasta el momento" sentenció otro. Era el entretiempo y cero a cero. Algún pelotudo descerebrado había hecho explotar aquella bomba perturbando a la gente en su descanso, atentando contra la vecindad inocente.
Uno apagó la radio, casi con rabia ante su ataque de debilidad. Cuarenta y cinco minutos nomás para el final del suplicio. No se podría aguatar allí adentro. La adrenalina recorría el cuepo como uno de esos carritos multicolores que suben y bajan, endemoniados, por las Montañas Rusas. Había que salir. Caminar. Hacer algo. Ya deben ir como 20 del segundo. Ya seguro los equipos se conforman con el empate. Más no vale arriesgar, quedarse en el molde, cuidar atrás. Un punto es negocio para los dos, ni vencedores ni vencidos, la ciudad tranquila. Todos contentos. Pasa, veloz, un auto. Su conductor lleva el gesto adusto ¡Puede ser otro hincha de Central que está escuchando el resultado tan temido! Sí, a uno le parece haber visto el péndulo de un escarpín azul y amarillo colgando del espejito...
¡Suena una bocina varias veces! Puede ser el inicio de un festejo u, ojalá, el anuncio fatal de un accidente... ¡Ladra un perro! Tal vez se alarmó ante el salto gozoso de su amo, lepra insigne... ¡Atruena el escape abierto de una moto! ¿O son petardos? ¿Hay gol de alguien? ¿Será alborozo ajeno o fuego propio? Uno recupera, de pronto, aquel instinto primario y animal que infructuosamente trataran de legarnos nuestros ancestros aborígenes. Comienza a rastrear señales en la copa de los árboles, a adivinar conductas en la actitud de los animales, a bucear respuestas en los indicios de la naturaleza, en la interpretación del vuelo de los pájaros. Desde una persiana cerrada llega la bocanada fugaz de un relator de radio. Uno apura el paso pero la voz lo persigue como un misil de cabeza inteligente. ¿Qué inflexión ignota había en su voz? ¿La entusiasta y exitista del cronista ante la vibración de una victoria? ¿La cadencia monótona y desilusionada ante la mediocridad de un nuevo empate?
Uno es un radar, es una antena, es el cervatillo frágil que eleva el morro húmedo en la espesura, el oráculo que adivina el destino en la lectura sutil de los guijarros. Recuerda sin duda la última tarde en que se perdió -catastróficamente- un clásico. Aquella mañana previa al hecho los perros ladraron alocados, las aves enmudecieron y los gatos tuvieron un compartamiento errático y equívoco revolcándose, aparatosos, sobre sus propias heces. Deben ir, uno calcula, 30 minutos, media hora. Que todo siga así, en calma chicha, que no cambie ¡Otra vez una explosión, otra de estruendo! ¡Que la corten con eso, pelotudos! Ya se la hicieron correr una vez y era mentira. Tiran por tirar. Para hacerlo cagar a uno en las patas, nada más. Aunque sabe que si se confirma un gol de Central lo va a gritar. Solo y en la calle, como un pavote, seguro que pega un salto y se lo grita. Sí señor. Es toda una avalancha de presión que tiene acá, en la boca de la garganta, esperando salir, atragantada.
Dobla lentamente un auto, el conductor lo mira y va hacia uno. Es el Negro Mario. ¿Qué quiere este boludo? ¿Por qué aminora la marcha, por qué lo mira? Mario saca media cabeza por la ventana, la menea y sonríe con una mueca triste. "¡Que verga que somos, hermano!" dice. Un estilete de hielo le baja a uno desde el pecho hasta la entrepierna. "¿Qué pasa? ¿Perdemos?" pregunta. "Uno a cero". "Qué va a hacer" dice uno, supuestamente filosófico, medio como si no le importara, como si hubiera salido a caminar porque quiere reflexionar tranquilo sobre el devenir humano en el próximo milenio. Mario acelera y se va. Uno está destruido, pulverizado. Un hachazo feroz lo ha partido por el medio. "Qué va a hacer" se repite ¡Una mierda "Qué va a hacer"! ¡Mañana y pasado y toda la semana viendo en la televisión ese gol puto! Y el festejo, y el salto interminable de los lepra, y la pila de jugadores rojinegros celebrando. Y eso si es un solo gol, después de todo. Porque por ahí Central se va a la desesperada a buscar el empate y se come cuatro. Decí que falta poco... Y aguantarse la cargada de Marini. La cara de sobrador del pelado Vega. Los mil chistes malos que brotan como hongos después de cada derrota. El "¿Sabés como le dicen a Central?". Hay que meterse en la cama y no salir por 20 días. Eso hay que hacer, la puta madre que lo reparió.
¿Para qué carajo uno se pone esa remera mugrienta, la blanca con el dibujo del oso panda, que lo acompañara en tres victorias? ¿Para qué mierda se la pone uno? De ahora en adelante, no los ayuda más, así de claro. No los ayuda más. Después de todo ¿qué tiene que ver uno con ellos, con el equipo? ¿Juega acaso? ¿Uno entra a la cancha y juega, acaso? Son once muchachos medianamente conocidos y a la mierda. Nada más. Apenas eso. Hay cosas más importantes en la vida. Si a uno se le estuviera muriendo la madre en este momento, poco y nada de bola le daría al clásico. Un clásico que no pasará a la historia, de eso no hay duda. Uno de tantos. ¿Cuánto va? Ya debe estar por terminar, casi seguro. Ahora sí, que pase algo. Alguna otra explosión, algún otro dato que permita aferrarse a una ilusión momentánea por lo menos. Aunque después resulte otro gol de Ñuls, mirá lo que te digo. Un dos a cero no es goleada, un dos a cero...
¡Hay otra explosión, otra bomba de estruendo! ¡Y ahora otra, y otra más! Terminó. No cabe duda. Se acabó el clásico y nos ganaron. La reputísima madre que los parió. Y bueno, ya pasó. Hay cosas peores. Seguimos arriba, de todos modos, en la estadística. Se oscureció la tarde, está nublado. Ojalá que llueva y se arruine todo. Que nadie ande por la calle. Sale un chico de una casa y después otro. El primero, en cueros grita "¡Vamos Central, todavía!". Un relampagueo de flash lo ilumina a uno por dentro. Se le saca la garganta. Balbuceante alcanza a preguntar, "¿Terminó?". "Uno a uno" dice el chico, "empató Central sobre la hora". Uno camina, ahora aterido, por inercia, por instrumental. ¡Central sobre la hora, carajo! ¡Central sobre la hora! No grita. No hace un gesto. No levanta la mano. El grito le explota adentro como una bomba de profundidad ¡Vamos canallas, todavía! Parece mentira.
Uno hubiese pensado que iba a saltar, desencajado; brincar sobre una verja, treparse a un árbol como un simio, escalar por un balcón hasta una terraza. Pero no. No es para tanto. No era tan terrible, después de todo. Tal vez no tan importante. Pero una sensación de lasitud, de calidez, de infinita paz interior lo va invadiendo cordialmente. Ya está a una cuadra de su casa. Tiene hambre, tiene ganas de ver a su madre, de estar con sus amigos, de acariciar la cabeza de los niños que juegan en la vereda, futuro de la Patria. La tarde está clara, plena de sol y hasta más fresca. Uno se detiene un momento antes de entrar a abrir la puerta y cruza un par de frases con su vecina. Le pregunta por las flores que está regando, por la dimensión insólita que ha alcanzado la enamorada del muro. Comprende, de pronto que esa vieja hinchapelota y mal llevada, no es tan mala. Por lo contrario, es muy simpática. Entra por fín y va hasta el baño, antes de prender la radio para oír, de punta a punta, los comentarios finales. Orina. Se lava las manos, se mira en el espejo. Tiene más de mil nuevas canas en las sienes. Hay dos arrugas novedosas y profundas en la frente. Las ojeras se han tornado más oscuras. Uno ha envejecido cinco años otra vez, igual que siempre. Todo por un clásico, apenas. Un partido de fútbol, simplemente.