viernes, 30 de julio de 2010

Información y comercial del videojuego Virtua Fighter 2 (Sega Saturn)

Traducido al japonés (2 Bacha Faita Tsu), Virtua Fighter 2 es un juego de lucha desarrollado por Sega. Fue creado por Yu Suzuki, encabezado por la compañía AM2 y salió a la luz en 1994. Fue portado a la Sega Saturn en 1995 y Microsoft Windows en 1997. En 1996, una super deformada versión del juego, Virtua Fighter niños, llegó a galerías, saliendo para Sega Saturn en el mismo año. También fue incluido a la Mega Drive/Génesis en 1996, por el hecho de que el hardware no pudo manejar la complejidad visual de la versión arcade, fue re-hecha en 2D. Además, Virtua Fighter 2 se convirtió para la Playstatión 2 en 2004 como parte de la Sega Agnes 2500 (Japón). El Génesis/Mega Drive fue la base para relanzarlo en Playstation 2 y PSP (Playstation portable) en 2006 como parte de Sega Mega Drive Collection y en Nintendo Wii el 20 de Marzo de 2007 (Japón) y 16 de Abril 2007 (EEUU)

VF2 era conocido por su increible avance en los gráficos. Se utilizó el Sega Model 2 arcade de Hardware para ejecutar el juego en 60 fotogramas por segundo con una resolución alta sin desaceleración. La versión Saturn también fue muy impresionante para su época, especialmente teniendo en cuenta el sistema en 3D.

El tamaño de la arena se podría ajustar hasta una pequeña plataforma, lo que lo hace el único juego de la serie- que no sean Virtua Fighter Remix- que podría tener el tamaño de esos ajustes. El medidor de energía física también puede ser ajustado a infinito, así, se le da la ventaja al jugador para derrotar, fácilmente, a sus oponentes. Al descubrir los jugadores estas opciones, se podían llegar a tornar como simulacros de sumo los partidos, en donde se logra la victoria al expulsar de la arena a su contrincante.

Personajes principales

Akira Yuki


Es el personaje principal de la serie Virtua Fighter. Su estilo de lucha es Bajíquán, arte marcial chino (se pronuncia "Hakkyoku-ken" en japonés). Ganó el torneo mundial de lucha Virtua Fighter 2. Akira busca la perfección y sin descanso tratará de aumentar sus técnicas. Para ello busca rivales, a fin de encontrar fallas en sus habilidades.

En el original Virtua Fighter, Akira sirve como instructor asistente en Yuki Budokan y se sabe que es de sangre caliente e impulsivo por naturaleza. También puede ser ingenuo e intemperante. Después de completar su formación bajo la tutela de su abuelo a los 23 años, se fue en una búsqueda para probar sus habilidades. Cuando se enteró del Torneo mundial de lucha, decidió a entrar y conseguir su cometido.

Akira Yuki y Jacky Bryant son socios en el videojuego Sonic & Sega All-Stars Racing

Pai Chan


Aparece en el primer Virtua Fighter. Ella es hija de Lau Chan, otro personaje en el juego. Pai Chan nació el 17 de Mayo de 1975 en Hong Kong. Es una estrella principal en las películas de acción de su país y su estilo de lucha es Mizongyi. Su pasatiempo favorito es bailar.

Sus estados de ánimo cambian tan rápido como un gato, ella puede hacer aparecer la pasión y al minuto ser fría. Siendo la única hija de Lau, Pai fue entrenada especialmente por su padre desde muy joven. En el original Virtua Fighter, sin embargo, mientras se esforzaba Lau obsesivamente con su formación, la madre de Pai trabajaba tan duro para apoyar a su familia que muere por exceso de trabajo. Su muerte devastó a Pai y lo atribuyó a Lau, quién ella juró que un día lo golpearía. Dos años más tarde, fue un éxito en la industria del cine.

Después de no poder derrotar a su padre varias veces, finalmente Pai se entera que Lau se ha convertido en enfermo y trata de encontrar a un sucesor para su escuela de artes marciales. Pai tiene como objetivo vengar a su madre y derrotar a su padre con el fin de obtener su reconocimiento como un digno sucesor y su hija.

Lau Chan

Es un cocinero chino lider y también un maestro del legendario arte marcial Koen-ken (puño del tigre). Es un hombre tranquilo, a pesar de todo tiene el aire de ingenio y habilidad visto sólo en los expertos en este arte marcial. Su aspecto frío oculta una naturaleza apacible. Logró una de las ambiciones de su vida cuando se le concedió el Gran Premio de la competencia más renombrados del mundo para los cocineros chinos. Como perfeccionista por naturaleza, entra en el Torneo mundial de lucha para alcanzar el dominio en otra embarcación, a costa de abandonar a su hija, Pai.

Él es del norte de China, provincia de Shandong. Él era el luchador más fuerte y ganador del Primer Torneo Mundial (Virtua Fighter). Esto le hizo felíz. En su escuela de artes marciales fue en busca de un sucesor y el requisito es para él ganar el torneo. Después del primer torneo, se retiró a las montañas para entrenar y desarrollar nuevas técnicas para mejorar su arte marcial.

Lobo Hawkfield

Es un luchador profesional de Canadá, que apareció en el primer Virtua Fighter. Él vivió como un hombre de los bosques de las Primeras Naciones y cazador en el desierto de Canadá hasta que fue descubierto en un viaje de exploración por un promotor de lucha libre profesional. Un hombre tranquilo que ama la naturaleza, tiene su lado tierno. Está lleno de espíritu de lucha, sin embargó, provocó no estar satisfecho hasta terminar su trabajo.

Él era una estrella en el área de la lucha libre profesional y defendió con éxito su título en varias ocasiones. Insatisfecho con el nivel de competencia, se retiró del ring. Entró en el Torneo mundial de lucha a conseguir rivales dignos.

Después de finalizar el torneo en segundo lugar, Lobo tiene una pesadilla recurrente acerca de que el mundo está en peligro. Este sueño fue la única razón para unirse al tercer torneo (Virtua Fighter 3). Desde que fue derrotado en el concurso, decidió ignorar el sueño y volvió a su casa. Allí, Lobo participó en innumerables torneos. Sin embargo, el mismo sueño todavía lo atormenta.

Jeffry McWild

Es un aborígen australiano y luchador libre profesional que apareció en el primer Virtua Fighter. Es el pescador más hábil de su pueblo y tiene una atractiva personalidad. Fue derrotado por un solo oponente, el gigante de ocho metros de largo, come-hombres "Satanás Shark". Ellos lucharon en varias batallas y se reunieron en la lucha final. Jeffry fue derrotado y destruido su barco, pero se las arregló para recuperarse, ya que se encontraba al borde de la muerte. Entró en el Torneo mundial de lucha con el compromiso de construir un barco nuevo y luchar con el tiburón de nuevo.

Después del tercer torneo, Jeffry finalmente tiene algo de dinero para construir su embarcación. Sin embargo, con su barco completo, descubre que el "Satanás Tiburón" ha desaparecido misteriosamente. Entonces, empieza a buscar otros pescadores para encontrar el paradero de "Satanás Shark". Se le dijo el lugar donde fue visto por última vez. A pesar de que ahora tenía la ubicación del terreno de caza, todavía era capaz de encontrarlo. Cuando se entero del cuarto torneo, decide unirse con la esperanza de ganar el dinero para que pueda permitirse cazar al tiburón.

Kage-Maru

Su estilo de pelea es el Hagakure-ryu Ju-jutsu (jiu-jitsu). Nació en el pueblo de Hagakure. "Kage-Maru" es el nombre dado a los miembros del clan Hagakure que trabajan en secreto a las sombras de las sociedad. Su nacimiento se convertiría en la décima generación Kage-Maru. Su padre, le enseñó el Hagakure, como terrible técnica de combate.

Un día, su madre, la Tsukikage de octava generación, fue secuestrado por J6 (judgement6). A ella le lavaron el cerebro y constantemente con mejoras cibernéticas aplicadas, se convirtió en un cyborg, inmune al sentimiento. Varios años más tarde, el pueblo de Hagakure fue atacado por ella, ahora conocido como Dural. Kage-Maru y su padre fueron a pescar, pero volvieron rápidamente al ver el pueblo en llamas. Era demasiado tarde y la aldea terminó completamente destruida. El padre de Kage-Maru cayó a consecuencia de una bala de la agrupación de misterio. Ya a la mañana siguiente, Kage-Maru salvado por el recuerdo de su padre, se puso su traje y se embarcó en un viaje a prepararse para tomar venganza de aquellos que derramaron la sangre de su padre.

Sarah Bryant

Es una universitaria de San Francisco, que apareció en el primer Virtua Fighter. De acuerdo con la historia del juego, Sarah, la hija mayor de la familia Bryant comienza a sospechar de las circunstancias que rodean el horrible accidente de su hermano Jacky en la Indianápolis 500 (carrera de autos) en 1990. Si bien durante la investigación de este accidente, un misterioso grupo llamado Sentencia 6 secuestro a Sarah y le lavó el cerebro. Fue enviada al Torneo mundial de artes marciales para matar a su hermano Jacky. Ella lucha con artes marciales como Savate, Taekwondo y Karate. Sin embargo, parece que su estilo aún tiene algunas características en posiciones de lucha como el Flamenco, etc.

Desde el final del tercer torneo, Sarah ha recuperado plenamente sus recuerdos. La vida volvió a la normalidad para todos los Bryant, pero Sarah todavía sentía una punzada de incertidumbre. A pesar de que se ha recuperado, se acordó de todas las cosas malas que hizo mientras estaba bajo el control de la organización. Lo peor de todo, es que recuerda que trató de matar a su hermano Jacky. Ella también es incapaz de recordar con suficiente claridad si el deseo de matar a Jacky fue el resultado del lavado de cerebro de J6 o si era parte de sus propios deseos , todo el tiempo. Cuendo ella descubre que tiene la intención de unirse a Jacky en el cuarto torneo, opta por hacer lo mismo, de modo que ella puede derrotar a Jacky y resolver los asuntos de una vez por todas.

Jacky Bryant

Es un piloto de carreras que apareció en el primer Virtua Fighter. Su estilo de lucha es parecido al de Bruce Lee (Jeet Kune Do). El aspecto más importante en el juego de Jacky son sus combos, que pueden ser utilizados en determinadas ocasiones e inflingir daños masivos. También parece haber una actitud insolente y confiado.

Es el hijo mayor de la familia Bryant, siendo Jacky el hermano mayor de Sarah. Mantiene la calma en cualquier situación. Jacky resultó gravemente herido en un accidente en 1990, Indianápolis 500 y pasó dos años en un programa de rehabilitación agotadora. Justo cuando su lesión había sanado, descubrió la existencia del grupo misterio detrás del accidente. Al mismo tiempo, se hermana Sarah desapareció. La batalla de Jacky comienza mientras perseguía la pista del grupo que tenía la llave de estos misterios.

Shun Di

Es un médico que trabaja a base de plantas procedentes de China que apareció en Virtua fighter 2. Su estilo de lucha es el Kung Fu borracho. Shun es del norte de China y considerado un sabio por muchos. Imparte clases en su sala de capacitación y había muchos estudiantes en el pasado, pero la mayoría lo han dejado por ahora. Esto se debe a su gran interés en la adopción de los estudiantes capaces de tener dificultades en el marco de la formación.

Mientras bebía con sus amigos, Shun escucha con respecto al éxito de uno de los combatientes de sus estudiantes en las competiciones del torneo reciente. De repente, exclama:" Yo también quiero participar en el Torneo mundial de lucha". Una vez que Shun había mencionado su intención de pelear, él se mantuvo firme y finalmente se unió al torneo.

León Rafale

Es un estudiante de secundaria de Francia que apareció en Virtua Fighter 2. Él lucha por independizarse de su padre y utiliza el estilo de Kung Fu Mantis Religiosa.

Nació en el seno de la familia Rafale, una de las más ricas de Francia. Ellos están involucrados en la industria aeronáutica (Dassault Rafale). Pero este negocio es solo una fachada para su participación en los contratos ilegales de armas a los terroristas. León ha estado practicando Kung Fu Mantis Religiosa en virtud de un instructor en el marco de gestión de la educación desde que tenía cinco años. Se resiente el control de su padre sobre su vida y durante uno de sus argumentos, su padre le propuso a León que debe que ganar el Torneo mundial de lucha como un requisito previo para liberarse de él.


Comercial




Fuentes
Texto: http://en.wikipedia.org/wiki/Virtua_Fighter_2
Fotos: http://www.taringa.net/posts/juegos/5438602/Virtua-Fighter:-Megapost.html





miércoles, 28 de julio de 2010

lunes, 26 de julio de 2010

La casa de Asterión (Jorge Luis Borges)

Este cuento fue publicado en el libro El Aleph, en 1949.

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía (miedo a la gente) y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida). Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volveremos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Esto no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Igonoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá que me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba un vestigio de sangre.

- ¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo. El Minotauro apenas se defendió

domingo, 25 de julio de 2010

Autobiografia (Rodolfo Walsh)

Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (Unidad métrica compuesta por una sílaba breve, sin acento y una larga, acentuada. Así habría que leer Rodólf Fowólsh) y eso me gustó.

Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antiguedades; el más secreto: criptógrafo de Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947 y el otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro" y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.

Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.

Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años.

En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.

En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

jueves, 22 de julio de 2010

Esa mujer (Rodolfo Walsh)

Este relato fue publicado en el libro "Los oficios terrestres", editado por Ediciones De La Flor, en 1986.

El coronel elogia mi puntualidad:
Es puntual como los alemanes dice.
O como los ingleses.
El coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
He leído sus cosas, propone. Lo felicito.
Mientras sirve dos vasos grandes de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.
El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.
Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
El coronel sabe dónde está.
Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.
Esos papeles dice.
Lo miro.
Esa mujer, coronel.
Sonríe.
Todo se encadena filosofa.
A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.
La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.
¿Mucho daño? pregunto. Me importa un carajo.
Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años dice.
El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.
Entra su mujer, con dos pocillos de café.
Contale vos, Negra.
Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
La pobre quedó muy afectada explica el coronel. Pero a usted no le importa esto.
¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
El coronel se ríe.
La fantasía popular -dice-. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir.
Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.
-Cuénteme cualquier chiste- dice.
Pienso. No se me ocurre.
Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera y yo le demostraré que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo. Que se usó tras la derrota de Sedán, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.
-¿Y esto?
La tumba de Tutankamón -dice el coronel-. Lord Carnavon. Basura.
El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.
-Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.
¿Qué más? dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.
-Le pegó un tiro una madrugada.
La confundió con un ladrón sonríe el coronel. Esas cosas ocurren.
Pero el capitán N. . .
Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera y más él, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.
¿Y usted, coronel?
Lo mío es distinto dice. Me la tienen jurada.
Se para, da una vuelta alrededor de una mesa.
Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.
Me gustaría.
Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?
Ojalá dependa de mí, coronel.
Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba en el palier y salió corriendo.
Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.
-Mire.
A la pastora le falta un bracito.
Derby -dice. Doscientos años.
La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.
¿Por qué creen que usted tiene la culpa?
Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto y la llevé donde está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que querían hacer, esos roñosos no saben nada y no saben que fui yo quien lo impidió.
El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.
-Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leído a Hegel.
¿Qué querían hacer?
Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.
Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.
-Y orinarle encima.
Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.
No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.
Esa mujer le oigo murmurar. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.
El coronel bebe. Es duro.
Desnuda dice. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío y el gallego que la embalsamó y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataúd -el coronel se pasa la mano por la frente, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...
Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel es casi invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierto más cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas y ahora el coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le ví sacar de ninguna parte y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie y regresa despacio, arrastrando la metralleta.
Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.
Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparecido y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.
. . . se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire -el coronel se mira los nudillos, que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?
No.
Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor.
Vuelve a servirse un whisky.
Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor- . Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.
Bruscamente se ríe.
Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.
Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir qué es lo que eso me demuestra.
-Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos obreros que había por ahí. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una diosa, qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.
¿Pobre gente?
Sí, pobre gente. El coronel lucha contra una escurridiza cólera interior.
Yo también soy argentino.
Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.
Ah, bueno dice.
¿La vieron así?
Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, desnuda y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo. . .
La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasesita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky.
Para mí no es nada -dice el coronel. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el 39. Yo era agregado militar, dése cuenta.
Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da. . . Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.
A mí no me podía sorprender. Pero ellos...
¿Se impresionaron?
Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ¿ésto es lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo". Después me agradeció.
Miró la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. "Beba".
Beba dice el coronel.
Bebo.
¿Me escucha?
-Lo escucho.
Le cortamos un dedo.
¿Era necesario?
El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del dedo índice, la demarca con la uña del pulgar y la alza.
Tantito así. Para identificarla.
-¿No sabían quién era?
Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".
Sabíamos, sí. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?
Comprendo.
-La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.
¿Y?
Era ella. Esa mujer era ella.
¿Muy cambiada?
No, no, usted no me entiende. Igualita. Parecía que iba a hablar, que iba a. . . Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R, controló todo, hasta le sacó radiografías.
¿El profesor R?
-Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien con autoridad científica, moral.
En algún lugar de la casa suena, remota, entrecortada, una campanilla. No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto esta ahí, su voz amarga, inconquistable.
¿Enciendo?
No.
Teléfono.
Deciles que no estoy.
Desaparece.
Es para putearme explica el coronel- . Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.
-Ganas de joder digo alegremente.
Cambié tres veces el número de teléfono. Pero siempre lo averiguan.
¿Qué le dicen?
Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos.
Basura.
Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.
Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.
El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.
La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.
Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.
-Llueve -dice su voz extraña.
Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.
Llueve día por medio dice el coronel- . Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.
Dónde, pienso, dónde.
¡Está parada! -grita el coronel. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!
Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lágrimas le resbalan por la cara.
No me haga caso -dice, se sienta. Estoy borracho.
Y largamente llueve en su memoria.
Me paro, le toco el hombro.
¿Eh? -dice ¿Eh? -dice.
Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.
-¿La sacaron del país?
-Sí.
¿La sacó usted?
Sí.
-¿Cuántas personas saben?
DOS.
¿El Viejo sabe?
Se ríe.
-Cree que sabe.
¿Dónde?
No contesta.
Hay que escribirlo, publicarlo.
Sí. Algún día.
Parece cansado, remoto.
¡Ahora! me exaspero. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo escribo la historia y usted queda bien, bien para siempre, coronel!
La lengua se le pega al paladar, a los dientes.
-Cuando llegue el momento. . . usted será el primero. . .
No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera.
Se ríe.
¿Dónde, coronel, dónde?
Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quién soy, qué hago ahí.
Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras sé que ya no me interesa y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza como una revelación.
Es mía -dice simplemente. Esa mujer es mía.



miércoles, 21 de julio de 2010

jueves, 15 de julio de 2010

Comercial Vodafone

No pensaba que el celular sirviera para tanto


miércoles, 14 de julio de 2010

Una obra inteligente

En el teatro Paseo La Plaza, sala Pablo Neruda, se presenta, desde el 23 de Enero, el unipersonal "La noche antes de los bosques" del autor francés Bernard Marie Koltés, interpretado por el multifacético actor Mike Amigorena, bajo la dirección de Alejandra Ciurlanti.
Alejandra Ciurlanti es psicoanalista, pero dejó el divan para dedicarse al teatro. Entre sus últimos trabajos se encuentran Casa de muñecas de Henrik Ibsen (teatro San Martín) y Los padres terribles de Jean Cocteau (teatro El Cubo). En la televisión dirigió varias miniseries como Los machos, Zona de riesgo, El tiempo no para, junto a Alberto Ure, a quién ella considera su maestro y trabajó en varios noticieros como Coach actoral de periodistas y locutores.
Bernard Marie Koltés (1948-1989) fue un dramaturgo, escritor y director teatral francés. En la escuela del Centro Dramático del este de Estrasburgo, inauguró la compañía "El teatro del muelle" para la cual escribe Las amarguras (1970), La marcha, El juicio ebrio (1971) y Narraciones muertas (1973), que él dirige. En 1976, escribe La noche justo antes de los bosques, además de Combate de negros y perros, En la soledad de los campos de algodón (1987) y De vuelta al desierto (1988). Murió de sida en 1989, a los 41 años. Desde allí en adelante es reconocido por ser uno de los representantes del Teatro Clásico Francés Contemporáneo.
El monólogo contiene un balance entre dos desconocidos enfermos de soledad que, sin rumbo, intercambian ideas y experiencias. El autor trata de mostrarlo al monólogo con un lenguaje ácido y una crítica profunda al estado del hombre en la sociedad (status quo). Abarca temas como la sexualidad, la soledad, la muerte y el Edipo.
La puesta en escena de la obra es simbólica porque se conforma de un gigante tejido de forma circular, ubicada en el centro del mismo escenario, que contiene diversos significados: de una burbuja hasta una jaula, en donde el hombre nunca puede escapar.
Llega a una línea entre lo real y lo imaginario, entre la locura y la cordura. Por momentos, el público había comenzado a entender al personaje y a desenvolver la trama, pero un nuevo rumbo en la obra hace que el espectador tenga que volver, otra vez, a buscar su significado.
El vestuario de Amigorena es sencillo, un pantalón de Jean, una remera azul y zapatillas, atuendo típico de un hombre solo que vaga por las calles.
En distintos tramos de la obra la luz blanca lo persigue cada vez que realiza una autocrítica.
Lo que llama mucho la atención es el momento de la obra en el que el protagonista le canta a su madre, entonces, las letras bailan al compás de la música y la voz. Además de las luces que representan la lluvia y a los árboles y el ruido de ambiente que nos invita a incluirnos en la obra.
Al terminar el espectáculo, muchas de las personas siguen sin entender que quiso comunicar el personaje. Lo que hay que decir es que la trama es muy complicada porque habla de la vida misma, ya que esta es muy difícil de entenderla.

martes, 13 de julio de 2010

Comercial Carlsberg Sport

Qué lastima que no la hayan citado para jugar la copa del mundo. Este animalito debe ser amiga del pulpo Paul.


lunes, 12 de julio de 2010

viernes, 9 de julio de 2010

sábado, 3 de julio de 2010

Campaña gráfica Nike (escribí futuro)

Didier Drogba













Franck Ribery













Robinho













Cristiano Ronaldo













Wayne Rooney




jueves, 1 de julio de 2010

Otro hecho lamentable

Nota de opinión que realicé para la asignatura Técnicas Gráficas II

¿Qué metodos habría que utilizar para frenar el avance y de esta manera evitar que los violadores realicen su cometido?, ¿Qué hay detrás de los actos de un violador?, ¿Qué hay en su mente?, ¿Son recuperables? Estos son algunas de las preguntas que salen a la luz cada vez que aparece una nueva violación, como la que ha ocurrido el pasado 29 de Marzo, en la provincia de Córdoba donde un hombre de unos 45 años engañó a una joven de 26 por chat ofreciéndole trabajo y luego la llevó a un descampado y abusó de ella sexualmente.
Según los psicólogos, los agresores sexuales padecen un transtorno en su estructuración psíquica. Se trata de personas comúnmente inseguras, inmaduras, poco tolerantes a la frustración y que principalmente sufrieron casos de agresiones sexuales en su infancia. El rasgo común es que no buscan placer sexual con su delito, sino la dominación total de una persona indefensa.
Es recurrente la diferenciación entre los abusadores y los violadores: la característica de los primeros es que pertenecen al entorno de la víctima y generan intimidación, seducción o engaño para cometer actos en los que se persigue como fin el placer sexual y en los que no siempre está presente la violencia física. Los segundos suelen ser desconocidos, persiguen a su víctima y apelan siempre a la violencia.
No existen en el país tratamientos especiales para recuperarlos. Seria muy bueno que la policía investigue y atrape a los violadores y de allí en adelante que surga una solución, para calmar, de una vez por todas, estos actos que producen, sin ellos saberlo, el profundo miedo de salir, nuevamente, a la calle.