En diez años, la globalización produjo una economía de archipiélagos, en la que se mezcla una concentración de tareas a la manera de los tradicionales polos del cine, con áreas que son desiertas.
Si se la compara con el sector de los medios audiovisuales y de comunicación, la importancia económica de la industria del cine es apenas marginal. Tiene un público que es vulnerable a la televisión y a la expansión del video. Al reforzar el control de la división fuera de los Estados Unidos, las grandes empresas de Hollywood fueron atrapando a gran parte de las compañías independientes estadounidenses y derribando la producción nacional de muchos países. Pero el cine cuenta con un capital simbólico: conquista al mundo entero con películas como Titanic, que batió todos los records de entradas: 1.800 millones de dólares en recaudación, sin contar los videos y los videojuegos que se inspiraron en esta.
En 2002, existían en Europa 1500 canales de televisión, frente a los 150 que se contabilizaban 10 años antes. En Asía, Star TV (News Corp) adaptó su programación al contexto local para cubrir 53 países y llegar a 80 millones de personas. MTV (Viacom CBS) se transformó en el vehículo por el cual se introdujo la industria discográfica o de la música. En Estados Unidos, Fox TV (News Corp) es en la actualidad la cuarta cadena, detrás de ABC. Fox News, un canal de 24 horas de noticias, tiene más audiencia que la CNN (AOL-Timer Warner). Para enfrentarse a esa competencia, CNN, emblema de la información estadounidense globalizada, que se ramifica en 16 temáticos de 212 países, reforzó 42 permanentes a nivel mundial y cuenta en la actualidad con más de 150 millones de televidentes.
Así el polo estadounidense continúa en expansión, destruyendo, levemente, a los países europeos, divididos e incapaces de enfrentar al gran poderío estadounidense.
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